Gloria Arias Nieto | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Marzo de 2015

PUERTO LIBERTAD

Carta abierta a Carlos Gaviria

Carlos, entrañable amigo:

Esta carta es difícil de escribir; cuesta encontrar un lenguaje capaz de cruzar este puente a la vez tan pesado y tan ingrávido, que une y separa los recuerdos, de la incertidumbre; la nostalgia, de la fortaleza.

¿Sabe? Si yo tuviera que ponerle un rostro a la voz de la conciencia, le pondría el suyo. Con todo y barbas, y anteojos, y su mirada cierta, limpia y abierta. Con su pelo, del color de la luna.

Usted ha sido faro y referente de mil batallas, libradas con las únicas armas que sirven: las de la inteligencia honesta, las de la libertad propia y ajena, las de un respeto convencido y genuino.

Usted nos ha enseñado el valor del pensamiento, de la razón y la lógica.

Con usted, disentir es  una delicia: uno sabe que de esa diferencia no surgirá un conflicto, sino la ilustración de un nuevo conocimiento, una nueva pregunta, quizá  un camino.

Usted da lecciones casi sin saberlo… cuando habla y cuando calla; cuando ejerce la vida y cuando se refiere a la muerte. Cuando comparte un capuchino, un tango, un tequila o un poema.

Usted ama a Borges, yo a Benedetti. Usted es un respetuoso y respetable agnóstico, yo llevo puestas tres medallitas con las Vírgenes que más quiero. Yo creo en el alma, usted en la sublimación de la bioquímica… Usted lee a Kant en alemán, yo a Neruda en español. Y siempre hay tema; siempre hay tiempo y espacio para la preocupación y la euforia, para la pregunta y el asombro; para la decepción ante la injusticia; para los itinerarios, los derroteros, la lucha por la autonomía y la democracia, la dignidad y el valor de la diferencia.

Le escribo esta carta, porque tenemos muchas conversaciones pendientes, pero sobre todo, porque necesito decirle una y cien veces más, cuánto le agradezco a la vida la bendición (sí,  digo bendición con sus nueve letras) de su cercanía, de su amistad, de su presencia incondicional.

Y mi agradecimiento va por mí y por los míos; va por mi país, que como bien dijo Rodolfo Arango, “habría sido otro si Carlos Gaviria hubiera ganado las elecciones del 2006”. Habría sido otro, pero aun en éste que tenemos -en éste que a veces sentimos que se nos desbarata entre la manos y otras veces emite señales de luz- en este país nuestro, usted ha sido la  voz de la rectitud, de la coherencia, y el respeto. Todos lo buscan -lo buscamos- para que nos diga qué piensa, qué podría hacerse mejor, cómo reconstruir confianza sin morir en el intento. Usted ha sido maestro en aulas, bibliotecas, tribunas y tribunales; ha dictado sentencias, ha recitado versos rebeldes, y ha creado y defendido esa Justicia con mayúscula, hoy vestida de vergüenza.

Carlos, entrañable amigo, no sé si lo que estoy oyendo en esta habitación del hospital, es su voz o su eco. Para usted no hay fronteras. Su presencia es y será siempre un regalo de la vida; un pacto por la ética, un abrazo eterno y verdadero. Carlos, entrañable amigo…

ariasgloria@hotmail.com