GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 10 de Agosto de 2012

La maldita época de Pablo Escobar

 

Basta conocer a quienes tuvieron la idea de hacer “Escobar, el patrón del mal”, para saber que la serie se pensó como un homenaje a las víctimas; jamás al victimario.

Independientemente del ánimo comercial que haya o no guiado al canal Caracol, ni la sobrina de Luis Carlos Galán ni el hijo de Guillermo Cano, le dedicarían un gramo de corazón o de cerebro, a concebir una apología del siniestro narcotraficante. Todo lo contrario.

Pero pasó lo que pasa muchas veces: una cosa es el alma de una idea, y otra, la lectura que puede hacerse frente al producto final. En “Escobar, el patrón del mal”, confluyen excelentes actores, escenarios perfectos, músicas y acentos pegajosos; una producción de altísima calidad, con un impacto que se salió de las manos.

Casi veinte años después de la muerte del capo, niños de diferentes ciudades y estratos juegan a ser los secuaces de Pablo Escobar, y compiten durante el recreo por el papel estelar: no el del monstruo mayor; no el del criminal que devastó la moral de Colombia y llenó de tiros y veneno la sangre y la conducta de miles de personas. No. Los niños quieren ser el millonario que se hizo a pulso; el hombre humilde y sagaz que todo lo puede, el que todo lo compra, o lo arrebata y lo tiene. El todopoderoso glotón y parrandero que regalaba canchas de fútbol y jugaba con reinas y aviones de verdad.

Y -para enredar aún más la vida real- aparece en las comunas de Medellín un camión pirata regalando álbumes para coleccionar y pegar, las monas del mal. Anímate, llénalo, y te ganarás una idiotez disfrazada de tesoro.

Tres semanas después de la aparición del camión, y de la invasión de las tiendas de las comunas, con laminitas de los personajes de verdad y los actores de la serie, las autoridades de Medellín prohíben la venta del álbum. Tarde piache. Esperemos que identifiquen y capturen a los culpables de este engendro; no sólo porque es una actividad clandestina, sino porque es un acto delincuencial jugar así con la ingenuidad y la curiosidad de los niños.

Políticos y periodistas inmolados; dineros sucios devorando a Colombia; escuelas de sicarios, quién-da-más, quién-da-menos; senadores corruptos; funerarias repletas, y familias y edificios destrozados en mil pedazos: La herencia de Pablo Escobar es nefasta, y entre cosas, porque parte de su legado es la manipulación: Confunde y reinarás; corrompe y reinarás; atemoriza y reinarás.

Niños de Colombia: yo sí viví la maldita época de Pablo Escobar. Recogí cuerpos de niños como ustedes, desbaratados por las bombas asesinas. Oí muchos toques fúnebres de silencio. Escribí y leí páginas en blanco, en memoria de Guillermo Cano; y enterré, con Luis Carlos Galán, la esperanza de una política limpia y valiente.

Les aseguro, niños de Colombia, que si ustedes hubieran vivido aquellos años terribles, hoy no estarían jugando a ser Escobar, ni harían fila en las tiendas para comprar las monas del mal.

Con el narcotráfico no se juega; por el narcotráfico se muere. Se muere de verdad, y para siempre.

ariasgloria@hotmail.com