Al conmemorar 212 años del grito de Independencia, escuchamos gritos de indígenas que por muchos siglos han sido excluidos de la civilización, violando sus derechos humanos.
Nombrada la indígena arhuaca Leonor Zalabala Torres, lideresa social, como embajadora de Colombia ante la Organización de Naciones Unidas, ONU en New York, surgieron voces discordantes, oponiéndose a su nombramiento, asegurando que no cumple con uno de los requisitos para ocupar el cargo, como es el dominio del idioma inglés.
Argumento sofista, expresado por mentalidades negativas que deberían por el contrario valorar positivamente las oportunidades de triunfo que se le presentan a nuestros compatriotas indígenas.
Es la primera vez que un gobierno colombiano exalta a tan digno cargo a una líder indígena, a la que deberíamos aplicarle la fórmula: “toda regla tiene su excepción”, diferente sería eximir de requisitos a algunos lagartos de una sociedad corrupta.
Si analizamos en detalle los objetivos de la ONU, descubriremos que entre una de sus prioridades está la de “realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión”
¿Será que los indígenas podrán gozar de libertad, sin excluirlos por motivos de raza, sexo, idioma o religión?
Entenderíamos según los objetivos contemplados por la ONU, que esta organización acoge a Leonor Zalabala Torres, al no incluir como requisito esencial el dominio de un idioma.
Leonor Zalabala Torres ha sido comisionada de derechos humanos por la Confederación Indígena Tayrona en la Comisión de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas de Colombia, delegada de los pueblos en las Conferencias de las Partes (COP) -Cumbre Anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático- así como en las mesas de trabajo nacional para la Asamblea Constituyente de 1991.
Si aún quisiéramos volver a tiempos esclavitas, deberíamos entonces recurrir al dominico Fray Bartolomé de las Casas, que mantuvo hasta el fin de sus días la pasión por la defensa de las poblaciones de Indias. Su obra: “Brevísima relación de la destrucción de Indias” influyó en la promulgación de las Leyes Nuevas de Indias, dictadas en 1542.
Bartolomé de las Casas defendió sus derechos como personas racionales libres, luchando por conseguir la dignidad, libertad, justicia, preservación de su cultura, tierra y bienes.
Recordemos a Lorenzo Muelas, miembro de la etnia guambiana del Cauca, uno de los líderes indígenas sobresalientes que participaron en la Asamblea Nacional Constituyente en 1991.
Por ello, los colombianos guardamos muchas expectativas por el lucimiento de nuestra compatriota, la líder indígena Leonor Zalabala Torres en la ONU.
Estamos seguros que ella constituirá una nueva imagen de transparencia, responsabilidad e inteligencia en el ámbito internacional de los derechos humanos, en su propósito para lograr la paz, no sólo con la gente sino también con el territorio.