GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Enero de 2013

Divagar

 

Llevado,  quien escribe, por su afición a la segunda Guerra Mundial, leyó El Gran Juego. Memorias del jefe del espionaje soviético en la Alemania nazi (1977), de Leopold Trepper, divulgado originalmente en 1975. Esta obra complementa lo conocido respecto a Richard Sorge y la Orquesta Roja a través de Kurt Singer en Saboteadores y Espías Célebres (1972), cuya primera edición data de 1953. Singer desconoce el nombre de quien estuvo al frente de la Orquesta Roja desde 1938, es decir, antes del pacto germano/soviético de 1939, que corresponde a Leopold Trepper: nombre verdadero de nacimiento; Singer supo de un alias: Jean Gilbert, e ignoraba que éste estaba a cargo de Europa Occidental y no solo de Alemania. Tampoco sabía que Japón solicitó tres veces a la URSS el intercambio de Sorge por un prisionero japonés. Se comentan, en estas líneas, aspectos derivados del primero de los libros indicados.

Es increíble el alto grado de idealismo y compromiso alrededor del socialismo y, en particular, del comunismo. La generalidad de los comunistas sacrificados por Stalin reiteraba su fe al morir. Hubo quienes, en la Palestina de los años veinte, querían un Estado socialista y no judío, creaban un movimiento obrero integrado por judíos y árabes y criticaban a los terratenientes israelitas por el maltrato a los obreros palestinos. Trepper, al final de sus días como político emigró a Israel. Fue vinculado al servicio de inteligencia por el general Yan Barzin allegado al mariscal Mijaíl Tujachevski; ambos fueron ajusticiados por Stalin. Treppler piensa que su infortunio se debió al nexo con Barzin pero pudo contribuir su crítica a los errores cometidos por los sucesores del mencionado general en estrategia y táctica de inteligencia. Además, desconcierta la ingenuidad del dictador ruso antes del quiebre del pacto germano-soviético.

Wladyslaw Gomulka resucita el antisemitismo en Polonia al extremo de solicitar Trepper su radicación en Israel que se le niega muchas veces. Se le cita la norma legal pertinente por única respuesta: “que exime a las autoridades de la obligación de motivar sus decisiones”. Ante la presión internacional, el Gobierno explica que median “ciertas razones de Estado”. Finalmente, previa amenaza de huelga de hambre, Trepper viaja a Israel. Inquietud: ¿hubo similitud entre la Cortina de Hierro y el régimen colombiano de facultades discrecionales en cuanto al manejo de la política de personal?