GUILLERMO FRANCO CAMACHO | El Nuevo Siglo
Viernes, 5 de Abril de 2013

Símil

La edición de febrero, de la revista Bocas, incluye un reportaje a Eduardo Montealegre, Fiscal General de la Nación, con opiniones coincidentes con algunas expresadas en esta columna, en particular la posibilidad de falsos testimonios en procesos judiciales. El Fiscal considera que el problema se detectó con Sigifredo López y quien escribe piensa, desde hace años, en algo similar. Montealegre profundiza en la dimensión jurídica y, quien escribe, en ser consecuencia de una característica del modo colombiano de ser, en concreto, en la afición a la generación de chismes y su increíble divulgación y credibilidad en nuestro medio; este enfoque puede considerarse sociológico.

Se aplaudió, en su momento, la rectificación del Fiscal en sus acusaciones a López y el funcionario ubica su gesto, con acierto, como reparación simbólica y mecanismo de no repetición y de gran relieve e innovación históricos. Se trata de un carrusel de falsos testigos con 3000 casos en la Fiscalía y 200, en tres meses, en la Fundación Defensa de los Inocentes fundada por López. Se le solicitó al ex diputado que no demandara a Montealegre debido a la trascendencia revolucionaria de su decisión.

Se coincide con el Fiscal en que la revisión de la veracidad de los citados testimonios ha de correr a cargo de “todos los actores de la justicia”, incluyendo intermediarios como los abogados, periodistas, víctimas, ministros y el presidente de la república; las conclusiones, en seguimiento de recomendaciones previas, excluirían la modalidad de las facultades discrecionales y, de ese modo, habría mayor garantía de imperar la transparencia, las sanciones guarden relación estrecha con los delitos y las infracciones, las pruebas se sustenten en bases técnicas y/o científicas más que en testigos   y no se  oculten  las deficiencias del sistema judicial. En suma, aumentarían las probabilidades de sentencias correctas.

Se aconseja, al practicar el mensaje, la lectura del artículo “Lecciones de oficio” (El Tiempo, febrero 10) de Ernesto Cortés Fierro quien sugiere, al describir acontecimientos, “dejar pasar el torrente de conjeturas y suposiciones”, o sea, la fiebre de la “chiva” sin fundamento. Se deja para el final la mención de la aparente influencia determinante de los medios de comunicación, es decir, la Justicia Paralela opuesta a la Institucional consagrada en la Constitución y las Leyes, evidente en los casos Colmenares, Valerie Domínguez y analizada por Juan Manuel López Caballero.