GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Julio de 2012

La puerta de la fe

 

Uno de los grandes temas del mundo hoy es el de la Fe. A ese término están unidos conceptos tan decisivos como “confiar”, “fiarse” y “confidencia”, así como aquella palabra tan de moda “desafío”, que es la acción de quien pone en riesgo la fe que profesa tratando de encontrar respuestas adecuadas. Por ello se habla hoy de “los grandes desafíos” y se prodigan las respuestas y las actitudes que con ellas concuerden.

¿En qué se cree hoy? ¿En quién se cree hoy? Sin duda son preguntas difíciles en cualquier orden o en cualquier referencia que se coloque. Por lo general se desconfía de todo y de todos, ya que la fe requiere de la capacidad de abandonarse en las instituciones, en las normas, en las personas y va demostrando con pruebas más que suficientes que no se puede confiar.

A quienes ingenuamente se nos fue el tiempo de vivir pensando en defender la Constitución, en reconocer y defender el imperio de la ley, en creer que al menos lo fundamental de los enunciados del Bien Común eran imperativos para la política, que los programas eran decisiones ciertas, tenemos que admitir que no es así y que sigue siendo cierto aquello de que “por sus frutos los conoceréis”. No se necesitan estudios ni asuntos por el estilo. Basta tan solo salir a la calle para conocer el miedo, para entender que no estamos seguros de sobrevivir y que aun de aquellos que dicen protegernos no se puede confiar.

Es dura la crisis de los niños que en la familia descubren con dolor o con sorpresa que no pueden confiar en sus padres, menos aún en sus maestros, y reconocer que tampoco los amigos son “fiables”, que impera el engaño y que “lamentablemente” muchos llegan a la conclusión de que solo a través del engaño se llega al éxito.

Entonces solo es posible “creer en sí mismo” y desarrollar esa terrible enfermedad del egoísmo, el egocentrismo, en donde cada uno de nosotros cree ser el centro y punto de referencia único del universo y que la verdad es tan solo aquello que me satisface, que complace y que alimenta el alejamiento del bien de los demás, de quienes tan solo ha de buscarse cercanía para “usar” de ellos a voluntad.

Benedicto XVI ha visto este problema e invita a tomar una decisión clave que es “el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Solo en Dios se puede confiar y es por ello que “la fe es un don que hay que volver a descubrir, cultivar y testimoniar”.

Ojalá que quienes han optado por ser maestros de la fe se abran a sí mismos las puertas de la Nueva Evangelización para que sean muchos los que recuperen la fe extraviada a través de sus testimonios de vida.

Guilloescobar@yahoo.com