GUILLERMO LEÓN ESCOBAR | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Noviembre de 2012

La recuperación del sentido de la culpa

 

Llama  la atención la preocupación cada vez mayor por lo que es, en verdad, fundamental para la convivencia entre los seres humanos. El Estado quiso hacerse cargo de la responsabilidad y lideró -o al menos facilitó- la rebelión contra toda idea religiosa. Heredero de la Ilustración que entre las personas inteligentes tanto bien produjo dejó en el ámbito de la ignorancia general a libre interpretación lo que se entendía por felicidad, por libertad, por igualdad y demás enunciados que acabaron con lo único que podía controlar las bajas pasiones de una horda a la que se predicó que todo era lícito y que el sentido de la culpa quedaba enterrado para siempre.

Resquebrajada la religión -independientemente de su denominación- se hizo desaparecer el sentido de la culpa que al decir de los antiguos textos afirmaba que “el temor de Dios es el principio de la sabiduría”.

Hoy no hay culpa y no existe  dios como referente de ella. Y es trágico. Los muertos de Santa Rosa y de múltiples localidades en el país se sabe fueron asesinados casi “porque sí”, porque interrumpieron la ambición de alguien, el interés indebido de quienes con mente criminal se creen señores de la vida y de la muerte.

El Estado indefenso e impotente anuncia investigaciones, ofrece recompensas que terminan en muchos casos colocando al borde de la muerte al colaborador que sabe que tampoco en el Estado se puede confiar plenamente; las autoridades muestran un rostro rabioso y compungido que se agradece pero se sabe se ha de reeditar  horas después ante otros deudos de victimas por lo común inocentes. Los que matan saben que después se acogerán a cualquier principio de esos con que la justicia reconoce su incapacidad.

Y esto acontece en todas partes del mundo. El ritual es semejante. En España solo se ha conmovido algún sector del Estado frente al suicidio de personas que iban a ser despojadas de su casa por deudas frente a los bancos que han devorado millones de euros de salvamento. En fin, el mal no es solo de aquí sino que se ha configurado como “el mal del siglo” que es la desaparición del “sentido de culpa” que solo se puede tener cuando el ser humano reconoce que no es inmortal, que por más descubrimientos que haga siempre estará muy lejos de ser “Señor de la Vida”.

El problema no es de códigos; el asunto es más de fondo y reside en qué se piensa de la vida, de la dignidad de la persona humana; de la “pronta y cumplida justicia” a la que no llegarán los deudos de las víctimas de Santa Rosa.

Todas las religiones importantes del mundo traen el imperativo del “No Matar” que significa igualmente no torturar, no herir, no destruir a las personas sicológica ni espiritualmente, no matar con el falso testimonio y trabajar activamente en la  promoción de la cultura de la vida. En eso debería trabajar la totalidad del sistema educativo.

guilloescobar@yahoo.com