Una mala representación
Que hay que defender el derecho a la vida es cierto, pero hay que saberlo hacer. No se puede confiar una tarea tan delicada a quienes carecen de legitimación política para llevar adelante una causa como esa. Es posible que no se discuta la legalidad que los ha instalado allí en los puestos de representación de la organización, pero la legitimidad es otro cuento. Cuando se habla con la gente de la base saltan al comentario de inmediato investigaciones, sospechas, condenas, familiarismos, nepotismos, favorecimientos, corrupciones de todo tipo -que si bien todavía presuntas- entristecen a los ciudadanos que de ordinario aspiramos a enorgullecernos de quienes nos dirigen y deben poner de presente la coherencia de su pensar y de su actuar.
Se equivocaron quienes cayeron en la estratagema montada de disimular la incapacidad política, apropiándose de la idea de la vida -noble principio- para dejar pasar a su sombra la ausencia de pensamiento que conduzca a pensar en una sociedad modelo a la que se debe llegar mediante la propuesta de un modelo de sociedad que ha de buscarse sea viable y pueda respaldarse con el testimonio de vidas creíbles e imitables.
La estrategia fue mala. No se puede pensar que reuniones y reuniones, desayunos y almuerzos muevan y convoquen a la gente. Esa causa de la defensa de la vida hay que dejarla en manos mejores, en mentes mejores, en vidas mejores.
La misma ceguera se ha demostrado en lo político solicitando el retorno de la inmunidad parlamentaria; en la desvergüenza de los millones para el “tanqueo” de la gasolina en los autos de la Presidencia del Senado; en la vergonzosa falta de apoyo a la candidatura de Araujo, un hombre de clara inteligencia que se arriesgó a proponer su nombre para la Alcaldía sin contar con que los “figurines” ya tenían compromisos y lo dejarían en el vacío porque el Partido “no tiene dirigentes” capaces de engrandecerse en las derrotas que bien asumidas preavisan victorias. Es preciso recordar que ya sucedió cuando se dejó sola a Noemí para cubrir el flanco del autoritarismo a alguien que la opinión identificaba como “Uribito”, disminuida copia de una identidad que siempre le será mayor.
Es vergonzoso ver un Partido Conservador vencido, sin aspiraciones, con “dirigentes” listos a correr a porfía en apoyo del “multicolor” candidato colocado allí como tapón generacional para impedir que los nuevos (Galán, Luna, Parody y algún joven conservador nunca nominado) se ocupen del futuro que les es propio.
Y tienen todavía cara para afirmar que el Partido apoya a fulano y envían al respaldo público a gente que cambia como las veletas -según la dirección del viento- con tal de subirse a la tarima ajena, ya que han sido incapaces de generar escenarios propios. Hay que votar en conciencia ciertos de que no coincidiremos con el voto de éstos que debieran “hacer mutis por el foro” o por donde fuera.