Según el director del DANE, Juan Daniel Oviedo, en el 2019 en el país había 1'905.617 personas que se auto reconocían como parte de la población indígena, pertenecientes a unas 101 tribus. O sea, hoy, aproximadamente, el 5% de los colombianos son indígenas.
Pero, ojo, ese 5% por ciento es dueño de 28,9 millones de hectáreas, lo que equivale al 25,3 % del territorio nacional. ¡Mucha, pero mucha tierra! Así que, desposeídos, no están. Proporcionalmente, un indígena posee 5 veces más tierra que un colombiano no indígena. Son verdaderos terratenientes.
¿Cuántas de esas hectáreas están sembradas de coca? Deben ser muchas por la férrea oposición que algunos grupos indígenas hacen a la erradicación manual y a la reiniciación de la aspersión aérea con glifosato.
No en vano, los grupos narcotraficantes cometen asesinato por esos territorios tan “bien” sembrados y por sus rutas cocaleras. Eso vale millones. Finalmente, el narcotráfico es uno de los negocios más lucrativos del mundo. ¿Tendrán los asesinatos de 242 indígenas, ocurridos desde el 2016, algo, o todo, que ver con el tráfico de estupefacientes? ¡Seguro que sí!
Naturalmente, estas cifras son “promocionadas” de manera diferente por políticos y ONG izquierdistas; cuyo único propósito es desprestigiar al Gobierno, achacándole los muertos. Tergiversar las cosas es muy fácil.
Hoy, el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, encabezado por el senador Feliciano Valencia, de la etnia nasa, lidera una marcha, en plena pandemia, desde el Cauca hacia Bogotá, sin importarles el peligro de salud a que exponen a sus gentes y a la de los pueblos y ciudades que atraviesan. Llegaron a demandar del presidente protección para sus territorios y cumplimiento de sus promesas.
Pero esos mismos líderes son quienes reclaman autonomía para proteger sus territorios y, agresivamente, rechazan la intervención del ejército, o el uso de armas de fuego en los resguardos. Son ellos los que insisten que la “guardia indígena” es la que debe actuar, armada con sus bastones de palo, y, en incontables casos, han agredido físicamente y humillado de palabra a los soldados que actúan en su defensa. ¿Quién los entiende? ¿Quieren que los defiendan, o no? Esto suena a pura política para desprestigiar al gobierno y tener prensa.
Además, más del 80 por ciento de las promesas del Gobierno se han cumplido aún ante condiciones negativas creadas por los mismos indígenas. Es claro que lo que quieren es hacer un espectáculo político y mediático contra el presidente. Por eso no aceptan diálogo con subalternos. Quieren abrir las puertas a un gobierno como el de Nicaragua, Cuba, o Venezuela, complaciente con el narcotráfico. ¡Qué estupidez! ¿Acaso creen que un personaje como Maduro, quizá Petro o Iván Cepeda, les va a aguantar tanto despotismo?
Regresen a sus pueblos, no se dejen manipular ni manosear por políticos oportunistas. Acepten un diálogo sensato e inteligente con representantes del Gobierno. Y, ojo con el narcotráfico. Puede que hoy haga a algunos caciques millonarios, pero, tarde o temprano será su tumba. Tal como suena.