El pasado 4 de septiembre establecí que las elecciones presidenciales del 2026 en Colombia se pueden analizar como una contienda entre cuatro facciones. Analicé el estado de la izquierda política, hoy dividida entre el petrismo -una izquierda dogmática, autocrática y destructiva cuyos referentes concentran alrededor del 18-24% de la intención de voto- y los socialdemócratas, que representan una izquierda responsable e institucionalista y concentran alrededor del 22-24% de la intención de voto. Hoy, siendo aún más apremiante un cambio en el rumbo del país considerando la debacle del paro camionero, detallaré el estado de la derecha colombiana y la dinámica que considero que regirá las elecciones del 2026.
Existe una facción de derecha moderada, a la que denominaré el establecimiento tecnocrático, cuyos principales referentes pertenecieron a administraciones de centro o centro-derecha, tanto a nivel nacional como regional. Su principal objetivo será recuperar la credibilidad institucional, el crecimiento económico y la mayor seguridad que gozaba Colombia antes del gobierno Petro. Se trata, definitivamente, de la facción más fragmentada, con referentes pertenecientes al Centro Democrático, Cambio Radical y una multitud de otros partidos y movimientos independientes. Ninguno de ellos supera el 5% de intención de voto, pero juntos aglutinan alrededor del 16-20%, una fracción considerable de la población.
La cuarta facción, a la que denominaré la nueva derecha, consiste en figuras críticas del modelo de desarrollo anterior al gobierno Petro, que consideran necesario promover una nueva trayectoria desde la derecha política. Esta coalición heterogénea, cuyo poder electoral tal vez se vio reflejado por primera vez con la llegada de Rodolfo Hernández a la segunda vuelta en 2022, incorpora ideas más libertarias y conservadoras de las que se han practicado en el pasado reciente en Colombia, incluyendo la reducción drástica de impuestos y la promoción del libre porte de armas.
Para la nueva derecha, el petrismo no es un asedio sin precedentes a un país cuya anterior trayectoria había sido imperfecta pero fundamentalmente positiva, sino la peor manifestación de un sistema político decadente que ha agobiado a Colombia por décadas. A pesar de las diferencias entre ellas, podemos afirmar que hoy Vicky Dávila y María Fernanda Cabal son los principales referentes de la nueva derecha. En total, esta facción concentra alrededor del 16-20% de la intención de voto.
A aproximadamente dos años de la contienda, me limito a hacer tres predicciones básicas. En primer lugar, anticipo que la derecha va a tender a cohesionarse, considerando que la prioridad de ambas facciones de derecha es expulsar al petrismo del poder y lograr una rápida corrección del rumbo; más rápida de la que consideran posible bajo una presidencia socialdemócrata. No anticipo una división dentro de la derecha comparable a la que representó, en el año 2022, la separación entre votantes de Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández.
Recordemos que, en el 2022, muchos socialdemócratas se acercaron al petrismo, acomodándose a una sociedad radicalizada. En el 2026, anticipo que ocurrirá todo lo contrario. La izquierda responsable enfatizará su responsabilidad por encima de su izquierdismo y se acercará a la derecha debido a la toxicidad política del petrismo. Aquellos socialdemócratas que siempre se opusieron al presidente, como Sergio Fajardo, quedarán mejor posicionados que los que alguna vez lo aplaudieron, como Claudia López.
Finalmente, anticipo una derrota oficialista. Con una derecha cohesionada y un candidato único socialdemócrata, incluso sería posible excluir al petrismo de la segunda vuelta. Siendo así, el deterioro del país en los próximos dos años definirá cuán radical será la salida que prefieran los colombianos.