Los espectros del hambre y la miseria se levantan tras nosotros, y para evitar que nosotros y nuestras familias seamos presas de sus terribles garras, corremos todos tras la fortuna, aunque la hayamos de conquistar, directa o indirectamente, en detrimento de nuestros semejantes.
Élisée Reclus
En la medida que avanza la pandemia por el Covid-19 aumentan las penurias y preocupaciones de nuestro pueblo colombiano. Si no hemos sido capaces de evitar la muerte de niños en la Guajira por desnutrición, difícil será afrontar la pandemia de hambre que se nos viene a causa del coronavirus.
Insisto en que el presidente Iván Duque Márquez a la par de estar tomando medidas para controlar la expansión del virus, debería estar programando y planificando la recuperación de nuestra economía y sobre todo, garantizar la seguridad alimentaria, porque tengo el temor de que el virus del hambre va a ser peor que el de la pandemia.
Debería impulsarse una gran campaña nacional de siembra de productos de pancoger, hacer una revolución de las semillas para que todos sembremos comida, porque la hambruna que se nos viene es muy complicada y no podemos estar importando, sin plata y sobre todo que cada nación va a querer asegurar primero la comida de sus connacionales que la de los de otros países.
Hay que garantizarle la compra y transporte a precio justo de los productos a nuestros campesinos. Cada municipio, cada departamento debe impulsar la siembra de los productos que más se den en sus regiones y después intercambiar con otros que ellos no puedan cultivar. La población colombiana que vive en condición de hambre es del 6,5 % o sea, 2,4 millones aún según informe de la FAO.
Me angustia que no nos estemos preparando para afrontar la crisis que ya tenemos, y muchos creen que hay suficiente comida. Debemos aprovechar la circunstancia mundial para exportar excedentes; el mundo tiene hambre, el coronavirus agravará la escasez de alimentos y pondrá a 265 millones de personas bajo seria amenaza, Hay pueblos enteros que no tienen que comer y nosotros aquí con tierras improductivas o desperdiciadas. Debemos parar la siembra de palma de aceite, por ejemplo, que arrasa con la flora y la fauna de extensas tierras que deben servir es para alimentos del ser humano.
Otra política urgente que debe acoger el gobierno e implementar en todos los municipios es el aprovechamiento de nuestra producción agropecuaria, porque diariamente se pierden centenares de toneladas por mala manipulación, deficiencia en su transporte desde las parcelas campesinas o porque no se puede conservar por falta de instalaciones adecuadas o centros de acopio. Esto amerita la creación de un banco de alimentos.
"Es necesario mantener el flujo de la asistencia alimentaria porque si no lo logramos, tememos una catástrofe alimentaria", alerta Valerie Guarnieri, subdirectora ejecutiva para Programas y Políticas del WFP.
En este sentido, alerta el informe, "se espera que un mayor número de personas muera debido al impacto económico de la Covid-19 que por causa del virus propiamente".