Hay que tumbar el régimen | El Nuevo Siglo
Martes, 25 de Abril de 2017

Ante la atroz represión, la violación a los derechos humanos y de la libertad de prensa y los demás atropellos de Maduro contra la población civil, los comentaristas hablan de la necesidad de un diálogo y solicitan la moderación del Gobierno. Recientemente la embajadora Maio-Coliche, de la Unión Europea,  dijo que esa entidad “apoya el diálogo y todos los esfuerzos de las entidades como la Unasur o el Vaticano para apoyar este proceso. Cada sociedad tiene su propia identidad y desarrollo, y eso se respeta.” Lugares comunes que no ayudan a que cesen los hechos. Maduro, un dictadorzuelo de pacotilla, ha sido entrenado por los Castro que llevan sesenta años oprimiendo a los cubanos con la misma táctica.

Refiriéndose al gobierno de Samper, Álvaro Gómez decía que había que “tumbar el régimen”. Y eso es lo que hay que hacer con Maduro. Pero ni Álvaro Gómez en su momento ni yo, pensamos que la violencia, las armas o el derramamiento de sangre son el camino para tumbar el régimen.

En el caso de Maduro no ha funcionado el diálogo, hecho ya en dos ocasiones bajo la influencia de la Santa Sede, ni las protestas de los organismos internacionales (OEA, ONU o Unión Europea), ni la presión de presidentes y expresidentes individuales. Esos regímenes no se caen con soplarlos. Tienen embadurnados (por no decir, enmermelados) a los estamentos políticos de su lado (Cabello, uno de los que participó en la golpiza a María Corina Machado en la Asamblea Nacional; Tareck El Aissami,  hijo de inmigrantes de Medio Oriente, al que el  Tesoro de Estados Unidos acusó  de estar involucrado en el tráfico de narcóticos de Colombia a México; Vladimir Padrino López que es la cabeza del cartel de los soles, entre otros de la misma calaña). De manera que si bien las manifestaciones hay que continuarlas no alcanzan para tumbar el régimen.

Cuando las jornadas de mayo de 1957, en las que se cayó Rojas Pinilla, solamente el paro nacional llevó a las fuerzas armadas a dar un golpe. Y si bien, en el caso venezolano, no es de esperar un golpe (las fuerzas armadas son las únicas que tiene alimentos y medicinas), sí hay que promover un paro general. No basta salir a respirar gases y al día siguiente ir a trabajar, por magro que sea el trabajo. Hay que parar completamente la actividad económica, aunque ya sea bastante precaria. Pero, sobre todo, se necesita el bloqueo económico internacional. No hay que esperarlo de la Unión Europea, ni de los países latinoamericanos incapaces de dar tal paso. Pero quizá sí de los Estados Unidos que importa treinta mil millones de dólares en petróleo y estando, como está, autoabastecido, puede cortar el chorro. Estrangularle la fuente de recursos a Venezuela es la única fórmula para tumbar el régimen. Y que no se diga que eso significa afectar la población civil. Ya está suficientemente afectada.

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Coda: Están ampliando tanto la aplicación del fast-track que un amigo me dijo que el Congreso iba a aprobar una ley fijando los precios del papel higiénico con un descuento especial para los políticos, que son los más lo usan.