El viernes pasado, Paloma Valencia, mi vecina de columna de la derecha -mera casualidad- escribió: “Si de mí dependiera escoger un nombre a la coalición de la que hará parte el Centro Democrático escogería el de coalición de ilusiones”. De acuerdo. En esa coalición ideal deben entrar, además de Paloma (aunque creo que aún no estamos preparados para una presidencia femenina y prefiero hacer mías las sabias palabras de San Agustín, quemando tiempo: “Señor Mío: hazme casto, pero todavía no”) personajes preclaros como Rafael Nieto Loaiza, en quien confluyen condiciones para mí todas ellas marcadas con un grado superlativo: ejecutivo, jurista, profesor, escritor y eximio orador, cual Demóstenes bien plantado en la Atenas Suramericana. Está en mora de lanzarse al ruedo, expresar los términos de su dialéctica irrefutable y, obviamente, exteriorizar públicamente su condición de hombre singularmente carismático.
En medio de la refriega por el pulso en las pasadas elecciones internas del CD, recuerdo haberlo escuchado en su intervención en Santiago de Cali (no asistió o no escuché a Duque, mal recuerdo, siendo éste el más carismático de los que dijo Uribe, como se lo comenté ese día a Nubia Stella Martínez) pero Nieto fue el más aplaudido de todos; y esa plaza, la Sultana, contiene en su arena algún ingrediente movedizo: se erige como contestataria y últimamente ha revelado sus preferencias por la izquierda populista de Petro, de su alter ego, el senador Alexander, y obtuvieron la alcaldía -bien cuestionada- en cabeza de Jorge Iván Ospina, hijo de Iván Marino, cofundador del M-19.
La izquierda se ha especializado en caerle al elector como “pedrada en ojo tuerto”: a los campesinos pobres y corteros de caña les dicen que “hay que expropiar los ingenios azucareros a la oligarquía y repartirlo entre los trabajadores” y eso vende, da votos en medio de la desapacible ingenuidad colectiva. “Exprópiese”, diría Chávez, de quien Petro era amigo y consultor de cabecera en el proyecto de viraje del neocapitalismo al neopopulismo, como él mismo lo reconoció en una entrevista para la revista Dinero en 2003.
Para la próxima contienda electoral no tenemos que esperar mesiánicamente en “el que diga Uribe” porque, como él mismo lo advirtió, “ojo con el 2022” y como lo que está en juego es la democracia (recordemos que la izquierda se amaña mucho en el poder) debemos estar abiertos a escuchar nombres que puedan surgir de esa “coalición de ilusiones”, pero que tengan peso específico, no necesariamente del CD. Oscar Iván Zuluaga, Juan Carlos Pinzón, por qué no un Néstor Humberto Martínez -siempre de moda- hombres que brillan con luz propia; pero mis preferencias reveladas apuntan, hoy por hoy, a las iniciales RNL.
Post-it. Valiente y temeraria gira del Hermano Francisco por tierras iraquíes, donde el terrorismo se da silvestre. Pero veo al Papa demasiado relajado en tomar la decisión de viajar a su tierra nutricia. “Mi Buenos Aires querido” te espera con los brazos abiertos, Hermano Francisco, antes de que sea demasiado tarde, no le temas y no te creas el cuento de Soda Estéreo de que ella es “la ciudad de la furia”.