HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Agosto de 2012

Alegría y cultura

 

La gran cultura ha sido producida por los pueblos alegres. Recordemos a Grecia. Nadie ha superado su vitalidad, su fortaleza, su convivencia y su júbilo. La poderosa Francia expresa: lo que no se pueda decir con humor es mejor no decirlo. No es bueno juzgar a los otros con los ojos cerrados, con los puños apretados, ni iracundos. Ante los problemas, y ante la vida hay que tener  el alma abierta de par en par. Debemos pensar con nitidez, con serenidad, ser lúcidos en tiempos oscuros; saber el sitio que habitamos, nuestra exacta residencia en el planeta y mantenernos firmes sin perder terreno, cuando todos se derrumba, o está a punto de colapsar alrededor nuestro.

Hay que ver las cosas como son y no como queramos que sea. Pero sin perder el optimismo. Cuando la gracia abrillanta las ideas, las adhiere a la memoria, las adorna, las hace amar.

El humorista es como un filósofo. Para él toda la grandeza tiene un límite, la felicidad jamás es perfecta y las apariencias no siempre dicen la verdad. García Márquez, hijo de la luz y plenitud caribe, todo lo dice con transparencia, con arte, con humor y alegría. El chiste, pariente próximo de las cosquillas, es mecánico y vacío. El humor cautiva por su contenido y por su mensaje.

El descontento lleva al ceño fruncido, la censura amarga en los labios y el reproche destructor en el alma.

El humor puede hacer reír, y puede no hacer reír, sin dejar de ser humor, porque eso es precisamente lo que se propone, a diferencia del chiste, como éxito culmina en la carcajada. El humor se conecta más con el corazón. El chiste o lo ingenioso se dirige más al cerebro. Si el humor quisiera decir carcajada se concedería a sus cultivadores más importancia que al bufón. La política, el humanismo, la economía, la ciencia deben tener en este tiempo de histeria una gran dosis de humor. El humor hace menos feroz al hombre. Lo vuelve amable, receptivo, amigo de la fraternidad y de la convivencia.

La risa indica que hay tolerancia. Los españoles dicen que los alemanes se ríen dos veces de los chistes: una cuando los oyen, otra cuando los comprenden. La risa es flor de la inteligencia. Sólo el ser humano feliz ríe. La confusión entre risa y sonrisa es útil. La risa pasa como el viento. La sonrisa dura y vuelve a fulgir, como la luz solar. Lo que hace sonreír perdura.