HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Agosto de 2012

Olimpiadas sin empanadas

 

La buena noticia del desempeño de los deportistas colombianos en las olimpiadas que acaban de terminar en Londres, como todo en el deporte de elite, no es una casualidad, sino el resultado de un plan estructurado y, ¡por fin! serio del Gobierno Nacional y de la dirigencia deportiva, aunque aún limitado en el número de deportistas y de disciplinas. No hay dinero mejor invertido que el del deporte, una de las pocas actividades que todavía puede aglutinar esta nacionalidad colombiana tan polarizada.

Los resultados olímpicos son un pequeño microcosmos de lo que somos como nación y de lo que es el Estado bajo el cual nos organizamos. No es casualidad que todos los triunfos se hayan logrado en deportes individuales y que en deportes de conjunto no se alcanzara ni la clasificación en algunos casos –fútbol-, ni un desempeño decente en los otros, como el ciclismo de pista o el fútbol femenino. Eso de que un colombiano es más inteligente que un japonés, pero dos japoneses son más inteligentes que dos colombianos, sigue siendo lamentablemente cierto.

Tampoco es coincidencia que tres de las medallas se hayan logrado en deportes de combate y que en la historia esas sean las disciplinas que más han contribuido al botín olímpico. En lucha, judo, taekwondo y boxeo no necesitan sino su propia fuerza y por eso allí encuentran muchos jóvenes el único camino para huir de la pobreza o de la delincuencia en forma de reclutamiento forzoso de guerrillas, paramilitares o cualquier otra banda criminal. El levantamiento de pesas es la otra gran cantera de medallas -oro incluido- que sale de la pobreza extrema.

El deporte ya ha demostrado hasta la saciedad que es uno de los mejores vehículos de ascenso social y que tiene méritos suficientes para ser una de las locomotoras en cualquier programa de desarrollo nacional. El Gobierno debería aprovechar este impulso olímpico para diseñar un ambicioso plan no solo con Río 2016 como objetivo, sino para masificar y dignificar la práctica deportiva para que nunca más veamos deportistas vendiendo empanadas para acudir a competir.

Hay que mantener el plan olímpico nacional a salvo de políticos oportunistas y de dirigentes deportivos ineptos o corruptos y debe liderarse la estructuración de gimnasios, pistas y planes deportivos acordes con el biotipo de cada región. ¿Cuántos velocistas, saltadores o mediofondistas están perdiéndose en la marginalidad chocoana? ¿O cuántas medallas de oro dejamos de ganar en boxeo por falta de gimnasios y entrenadores en la costa Caribe? Marchistas en Boyacá o Nariño, basquetbolistas en San Andrés, etcétera. Material de sobra hay.

Todo ese trabajo físico debe reforzarse con preparación mental. Hay que traer alemanes, estadounidenses, ingleses, chinos, coreanos, que enseñen a los deportistas a superar esa mentalidad sumisa que la clase dirigente le ha inculcado a la población. En un país donde la obsecuencia se confunde con la decencia, se premia la lambonería y la independencia se castiga con el ostracismo, no es fácil construir mentalidades ganadoras como la de Pajón, Falcao, Rocky Valdez o tantos otros que son hechura familiar o extranjera, pero nunca nacional.

@Quinternatte