HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Diciembre de 2012

Pasión y sufrimiento

 

¡Por  fin! Después de 24 años, Millonarios pudo romper el hechizo que lo privaba de celebrar un título del campeonato de fútbol nacional. De todos los llamados equipos grandes de la liga nacional, Millonarios era el único que nunca había ganado una estrella, de las que ahora se entregan cada 6 meses. Todas las trece de Millonarios fueron conquistadas en torneos anuales.

Probablemente por la cantidad de tiempo que había pasado sin ganar un campeonato nacional, por esas dos décadas sufriendo y aguantando las cargadas de los amigos, los regaños de la señora por “andar detrás de ese equipo que nunca gana”, por los reclamos de los sobrinos a los que uno embarcó en la nave azul y todavía no podían exhibir una estrella en su colegio o porque, para acabarla de completar, el rival de patio era el último campeón, es que todos estallamos en un solo grito cuando Delgado, el de la mano floja que regaló el empate, pero el de corazón de acero para jugar cuando a su vez su esposa se jugaba la vida en una sala de quimioterapia, interrumpió el vuelo del 6° disparo desde el punto penal del  jugador más joven del Deportivo Independiente Medellín, para darnos el triunfo.

Por esos momentos es que el fútbol es el deporte que más seguidores tiene en el planeta. No hay ningún otro en el que haya tanta emotividad y tanta incertidumbre. Es el único en que el resultado no está asegurado, así sobre el papel haya un equipo manifiestamente superior al otro. Grandes tragedias futbolísticas, como la del maracanazo, probablemente la más famosa de todas, solo se producen en el fútbol.

Y eso también es lo que explica que ser seguidor de un equipo determinado sea una decisión que va más allá de la racionalidad. No hay ninguna teoría científica que explique por qué equipos que nunca han ganado nada tienen numerosos seguidores; u otros que tuvieron un pasado glorioso y un presente ruinoso, siguen teniendo hinchas. Creo que esa clase de explicaciones hay que buscarlas más en la teología que en la filosofía, porque ser hincha sí que es un acto de fe.

Y fe es lo que tenían los hinchas de Santa Fe, para aguantar más de 36 años sin títulos o los de Millonarios que ajustábamos 24 años sin celebrar y ahí seguíamos llenando el estadio y las arcas de algunos directivos que se enriquecían a medida que el equipo empobrecía.

Finalmente parece que la suerte azul está ligada a la del rojo, pues no es la primera vez en la historia que un campeonato santafereño es seguido por uno de Millonarios.

Nada mal, para recuperar el prestigio de los equipos de fútbol de Bogotá, que hasta ahora se había dejado en manos de un equipo tan paisa como su uniforme con los colores de la bandera de Antioquia.

Por fortuna, en 2012 Millonarios y Santa Fe han recuperado el honor y han hecho obligatoria esa estrofa final del himno bogotano, que:  “Nuestra voz la repitan los siglos, ¡Bogotá! ¡Bogotá! ¡Bogotá!”.

@Quinternate