HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Julio de 2012

Amores asesinos

 

La crudelísima muerte de una niña de 6 años en Medellín (Antioquia) que al parecer fue arrojada desde el balcón del piso 18 de un edificio de esa ciudad, presuntamente por la novia de su padre, muestra hasta qué extremos de insania puede llegar la irracionalidad de los sentimientos cuando se convierten en un sinónimo de propiedad que una persona ejerce sobre otra.

Amor, dicen, era lo que sentían, o lo que afirman seguir sintiendo, quienes después de haber matado o herido al objeto de su sentimiento o los seres amados de éste, deben enfrentarse a un Juez para responder por delitos que en la mayor de las veces tienen severísimas penas, que siempre intentan evadir alegando aparentes estados de “ira e intenso dolor”.

El problema de quien decide matar los hijos de su pareja para vengarse, o los propios, para poder estar con el otro, o los comunes para “castigar” a la que se atrevió a divorciarse o a simplemente huir de su maltrato, no es propio solo de países subdesarrollados como el nuestro, sino de mentes perdidas en sentimientos pasionales desbordados, que se presentan en cualquier país, sin distingo de género.

Una mujer en Unión (Carolina del Sur) que es capaz de encerrar vivos a sus dos hijitos en el carro para lanzarlos a un lago, porque creyó entenderle a su novio que la única razón por la que no se casaba con ella eran sus pequeños hijos, necesariamente revela una patología mental muy grave.

Pero no es solo cuestión de “mujeres asesinas”, como la serie de televisión, sino que los hombres también lo son y con mayor crueldad. Recientemente, en Gran Canaria (España), un individuo recogió a su hijo en la visita dominical, lo subió en su carro y luego de llevarlo a comer helado, lo asesinó a cuchilladas. A continuación, llamó a su exesposa, le pidió que se asomara a la ventana para “que viera lo que se merecía”, mientras aceleraba para suicidarse estrellando el carro en su presencia.

Y aquí no solo es el caso de Medellín, aún en investigación, sino que las noticias de violencia intrafamiliar contra los niños cada día van en aumento y por las más diversas razones, como el reciente caso en Curillo (Caquetá) donde un padre acabó con sus cinco hijos, su esposa y con él mismo.

Algo anda muy mal en la cabeza de las gentes, cuando deciden utilizar la violencia contra los niños como instrumento de venganza de sus patologías pasionales, pero no es raro en un país como el nuestro donde la violencia es un método aceptado e incluso celebrado de conquista amorosa o de amenaza para mantenerlas.

O es que nadie ha escuchado aquello de que “si no me queres te corto la cara con una cuchilla de esas de afeitar, te doy puñaladas y mato a tu mamá”.

Bueno, es lo que algunos están haciendo, desfigurando caras con ácido, dando puñaladas, puntapiés y machetazos y matando a los hijos propios o ajenos. Es la realidad superando la ficción, ¿o imitándola?

@Quinternatte