No deja de llamar la atención que todos los burgomaestres del país, para manejar o controlar la seguridad de sus municipios, pidan incrementar el número de efectivos policiales; una estrategia simplista que demuestra la falta de preocupación por este aspecto tan sensible para la comunidad.
Esperamos que en la V Cumbre Mundial de Líderes Locales y Regionales, que se llevó a cabo en la ciudad capital, reconocida como un evento de máxima importancia mundial, que generó una vitrina excepcional para Colombia, se hubiera hecho claridad sobre este tema, porque no pueden los mandatarios apoyarse en el número de efectivos, para obtener una buena o mala seguridad, cuando en realidad este asunto amerita cuidado, planeación, equipos, tecnología y capacitación.
Se especula que las administraciones no han tenido la voluntad necesaria para gestionar ante el Gobierno y la Dirección General de la Policía, un incremento representativo, especialmente en Bogotá y recurren a patrones internacionales muy generalizados que fijan cifras de hombre por número de habitantes; me permito hacerles claridad que en estos estudios, no observan ciertas variables como la idiosincrasia regional, el entorno climático, las características geográficas etc., de manera que no es fácil en nuestra Colombia tener una media estadística sobre el asunto, por lo menos por ahora. Puede que con el tiempo cuando seamos un país normal, esas variables tengan vigencia y sean aplicables en el país.
Para atender tal demanda, amerita incrementar la planta de personal en la institución, adición que debe ser coordinada y acordada con los recursos de presupuesto, situación que solo el Ministerio de Hacienda puede autorizar, de lo contrario se presentaría un desajuste económico en el país y la Policía Nacional. Analicemos que el solo cubrimiento en sanidad se vería desfasado, pues cada efectivo aporta más o menos cuatro personas en su entorno familiar , población que ampliaría la demanda de usuarios del servicio, en menoscabo de toda la población que hoy, ya es bastante,
Pero como de buscar salidas se trata, podrían las administraciones recurrir a ciertas estrategias que permitirían incrementar el número de efectivos policiales en la calle, por ejemplo, algunos eventos que hoy atiende la institución, como los partidos de fútbol, justas deportivas, conciertos, y demás, serían cubiertos por la vigilancia privada, al igual que Transmilenio debería tener su vigilancia propia y de esta manera se liberaría la Policía de una gran carga de servicios, que en otros países son atendidos por empresas especializadas y las organizaciones que perciben dividendos económicos del evento pagarían tal asistencia. Redimida la institución policial de estos compromisos recuperará para la vigilancia y la policía comunitaria un número representativo de efectivos y podrá dedicar el tiempo a capacitarlos, así la ciudadanía contaría con suficientes hombres formados, preparados, instruidos, para atender las necesidades de la urbe con solvencia y profesionalismo.