Innovaciones tecnológicas: impactos y desafíos | El Nuevo Siglo
Viernes, 31 de Enero de 2025

Los medios utilizados para alcanzar el poder, motor de la historia humana, evolucionan a lo largo de los siglos. Hoy en día, dos grandes dinámicas se enfrentan y se complementan: la carrera armamentista y la carrera por las nuevas tecnologías. Este es un tema complejo que merece ser explorado desde diferentes ángulos, incluidos el estratégico, económico, geopolítico, societal y ambiental. Las cuestiones en juego en la carrera armamentista son múltiples: disuasión, supremacía y prestigio internacional. Mientras que los del paradigma tecnológico del siglo XXI son también la supremacía al lado del progreso en todas las áreas, así como el control social.  

A nivel estratégico, podemos preguntarnos si la carrera tecnológica reducirá los conflictos armados. Nada es menos seguro. Los dos están estrechamente relacionados. De hecho, las nuevas tecnologías, como los drones, la inteligencia artificial integrada en las armas y otras manipulaciones cibernéticas, hacen que los sistemas bélicos sean cada vez más sofisticados. Esto plantea muchas cuestiones éticas, como el riesgo de proliferación, el de ver a actores no estatales obtener armas de destrucción masiva, así como el de la autonomía de las máquinas, cuestiones de control y responsabilidad. Por lo tanto, en el futuro nos enfrentaremos a conflictos innovadores, pero igualmente peligrosos.  

La carrera, ya sea armamentista o tecnológica, requiere inversiones colosales dedicadas a los sectores más rentables, es decir, las tecnologías innovadoras, las de la información, de la conquista del espacio, de las energías renovables y de las biotecnologías. En esto no se equivocaron los genios de Silicon Valley y sus sucesores como Elon Musk, debidamente aplaudidos y alentados por todos los líderes industriales y políticos del Norte (e incluso algunos del Sur) del planeta. Esto plantea, al mismo tiempo que la cuestión de los beneficios para la humanidad, la de las transformaciones y algunos desequilibrios.  

Países con fuerte capacidad tecnológica, como Estados Unidos, el Espacio Económico Europeo (más extenso que la Unión Europea), Japón, Corea del Sur y un cierto número de países emergentes como China y la India, han aumentado recientemente su influencia y capacidad de remodelación de alianzas, marginando a otros como Rusia. De hecho, este último no ha comprendido realmente lo que está en juego en la carrera tecnológica.  

Esta concentración de conocimientos, recursos y riquezas también transforma las estructuras socioeconómicas a nivel local. Así asistimos en los países industrializados a una convulsión del mercado laboral que corre el riesgo de marginar a sectores enteros de la sociedad y exige una adaptación de las políticas públicas para gestionar la transición y garantizar una distribución justa de las oportunidades, entre otros, por la actualización de habilidades. Es un gran desafío adaptar la sociedad a tales trastornos, evitar pérdidas de empleo y, por lo tanto, fuertes polarizaciones, movimientos sociales, así como un amplificado control social por el Estado.  

Sin embargo, estamos lejos de las ideologías de siglos anteriores. En este ámbito, también necesitamos inventar nuevos paradigmas. Es el caso cuando se trata de la protección del medio ambiente y de las condiciones de vida de ciertas poblaciones, Si la expansión tecnológica ofrece soluciones a los inmensos desafíos del planeta, todavía no proporciona respuestas satisfactorias a la cuestión de las condiciones de extracción de insumos -como el coltán- y al desafío que representa el tratamiento de residuos electrónicos peligrosos.  

En conclusión, la competencia por el dominio de la tecnología digital y las infraestructuras críticas generará nuevas alianzas y nuevas formas de conflicto, tanto a nivel internacional como local. Si bien este cambio presenta inmensas oportunidades, también plantea importantes desafíos socioeconómicos, políticos y ambientales que requieren una gestión cuidadosa. Los actores políticos, económicos y tecnológicos, sobre todo los del Norte del planeta, tendrán que trabajar para evitar consecuencias negativas como las brechas sociales, las malas condiciones de trabajo, el debilitamiento de la democracia, así como los consecuentes movimientos de descontento. Por lo tanto, tendrán que estar especialmente atentos a la salvaguardia de los valores fundamentales frente a los cambios, en particular el control humano de la creciente autonomía de la IA o de cualquier nuevo paradigma tecnológico. 

* Secretaria general del centro de estudios Cercal (especializado en las relaciones entre la UE y ALC) en la Universidad Libre de Bruselas.