Una vez conocido el texto final de los acuerdos de paz con las Farc, un libro de 297 páginas, un extenso catálogo de compromisos y reformas, el mismo que la inmensa mayoría de los colombianos jamás leerán por largo y tedioso, además poco comprensible al conocimiento del ciudadano común y corriente. El texto es leído por estudiosos, interesados y algunos políticos a favor o en contra. Pero siendo realistas ese acuerdo está bien establecido y es producto de miles de horas de conversaciones entre guerrilleros y negociadores del Estado, pero no traerá la paz a Colombia. La paz vendrá por la realidad política y mutua confianza entre las partes, por la sinceridad, la equidad, la justicia y opciones de trabajo para el pueblo.
A finales de septiembre de este año el presidente Santos y Timochenko ante decenas de presidentes y altas personalidades internacionales firmaran la paz entre el Estado colombiano y las Farc, que de ahí en adelante se convertirán en partido político. Buscarán el poder por las urnas y eso no le ha caído bien a casi ningún colombiano, para ello se iniciarán con 10 curules parlamentarias garantizadas si es que los votos no les alcanzan en 2018 y 2022. Serán congresistas sin voto pero con voz por esos dos periodos, luego se acabarán esas gabelas y tendrán que conquistar su electorado.
El acuerdo contiene muchas reformas sociales, entre ellas la distribución de la tierra, las jurisdicciones territoriales, las ventajas y garantías a la población vulnerable, habla mucho sobre derechos humanos y garantías políticas, así como de la reparación a las victimas, la erradicación de cultivos ilícitos, del narcotráfico, de no mas armas y en fin un sinnúmero de compromisos que pueden ser realidad si se cumplen, pues el papel puede con todo. Pero aquí solo vale la voluntad y sinceridad que es lo que genera mucha desconfianza, pues las Farc siempre han sido de doble moral y palabra.
Este acuerdo no traerá la paz a Colombia, mas sí acabará con ese grupo como agentes de la guerra armada, se teme que ellos utilicen el campo político y que se mantengan en armas siguiendo la teoría de toda forma de lucha es válida para los marxistas. Pero ahora, entrando en la realidad es mejor un mal acuerdo que seguir con una buena guerra que lleva 60 años y miles de muertos. Duele ver a esos jefes guerrilleros, gordos, plácidos y cínicos posando de líderes de la paz, pero es preferible cerrar los ojos ahí y confiar en la madurez del gobierno. Muchos piensan que el presidente Santos sólo busca un premio Nobel, yo no lo creo, pienso que pretende arreglar un problema que ningún otro presidente ha logrado. La comunidad internacional, la Iglesia Católica, los empresarios colombianos y mucha gente le apuestan al sí, aunque soy un poco escéptico de la sinceridad de los guerrilleros, conscientemente y responsablemente votaré el sí, porque quiero ver en un futuro a mis hijos y nietos en un país sin esa gente matando, secuestrando, extorsionando y traficando. Así que prefiero verlos en la vida civil que volver a los bombardeos y someternos a su barbarie.
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