JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR | El Nuevo Siglo
Jueves, 31 de Julio de 2014

Las pistolas eléctricas

 

Leer la prensa en Colombia, en ciertos apartes, es introducirse  en una verdadera novela de espanto, con la diferencia de que no se trata de ficción, sino que es la descripción de nuestra realidad cotidiana. En esta semana se encuentra el lector con relatos como los siguientes:

Que una mujer fue acusada de haber desmembrado e incinerado a otra y de paso haberle extraído a la víctima del vientre, el producto de la concepción con ocho meses de gestación, sin precisar si antes o después de darle muerte, para hacerlo pasar por propio. Hubo que protegerla a la salida de la audiencia, pues el pueblo quería lincharla.  Su esposo, un policía que cooperó en la comisión del hecho delictuoso, se dio a la  fuga.

En otra parte del diario se informa que en el complejo judicial de Cartagena fue atrapado en flagrancia un sujeto con el cuchillo  teñido de sangre en sus manos; a su lado su propia hija de tres años ensangrentada y sin vida, víctima de 28 puñaladas, fruto de su relación con Shirley, quién le había manifestado su intención de dejarlo a lo cual él señaló  “si no es para mí lo lamentará”.

En otro aparte informan del proceso que se adelanta contra el personaje que mató a puñaladas al vecino que hacía mucha bulla y en otro que un motín en la cárcel de Santa Marta deja dos muertos y varios heridos; que un anciano fue capturado por abusos sexuales a un menor en Transmilenio; que a fulano le dieron el paseo millonario, etc. Así podríamos continuar leyendo la interminable lista de atrocidades y de víctimas.

Llama la atención, que de otro lado se pide por un organismo del Estado la evaluación técnica de Medicina Legal sobre los riesgos de las pistolas eléctricas Taser; un senador reclama claridad sobre su utilización y los riesgos. También se clama por el derecho a la vida que se pone en juego con la utilización de este tipo de armas ofensivas. Se reclama a la Corte Constitucional para que termine con este arbitrario proceder, etc.

Nos preguntamos: ¿si en una sociedad tan perversa como la que describen las crónicas judiciales, no es necesaria una fuerza pública que mantenga el orden, la disciplina y defienda a la misma sociedad de los desmanes y ataques de todo tipo de delincuentes? Por supuesto que sí y por la misma razón se torna indispensable dotar a esa fuerza pública de los instrumentos y armas idóneas para cumplir con su cometido de mantener el orden público y cuidar por la seguridad  de todos los ciudadanos.

Hasta ahora la Policía ha estado dotada de bolillo, de pistolas y revólveres. La primera un arma contundente que mal usada puede servir para acabar con la vida de cualquier sujeto; las armas de fuego, disparan plomo y sus impactos en muchos casos de son de naturaleza mortal. Las eléctricas, seguramente que también mal usadas pueden ser mortales, aunque según se observa pretenden más bien inmovilizar que matar a la persona. Creo que se está dando una discusión sin sentido, si tienen lo más que es un revólver, pueden tener lo menos que dispara electricidad y no plomo.  

Lo que necesitamos es una fuerza pública bien formada, que  proteja a los ciudadanos y no se desmande.