Jaime Alberto Arrubla Paucar | El Nuevo Siglo
Jueves, 4 de Junio de 2015

DISCUSIÓN APENAS COMIENZA

¿Se equilibran los poderes?

Esta semana se cumplió el último debate al  proyecto de Acto Legislativo que pretende el reequilibrio de poderes en el marco constitucional de nuestra institucionalidad. Agotado el trámite en el Congreso, seguirá su publicación para que entre en vigencia.

Se supone que en una democracia, cada rama del poder público debe ocuparse autónoma e independientemente den su función primordial y permitir que las demás cumplan lo suyo. Es el juego de pesos y contrapesos que permite el  Estado democrático y que en Colombia se había roto como consecuencia de la reelección presidencial, que recargó tremendo poder en el Presidente de la República, al punto que le permitía incidir en la configuración de todas las estructuras de control, Cortes, Banco de la República,  Fiscalía, etc. Una persona ocho años en el poder termina por tener bajo su control todo en el engranaje del Estado. Pero no es lo único que marca desequilibrio, también a la rama ejecutiva le ha dado por acaparar la función judicial en sus superintendencias, que cada vez se parecen más a juzgados de circuito.

Diríamos que la principal reforma que contiene el Acto Legislativo es volver a la no reelección presidencial que consagró el texto original de la Constitución. Es sano para las instituciones y de pronto con esta reforma hubiera sido suficiente sin tener que sapotear otros temas.

Otro aspecto importante tiene que ver con el gobierno de la rama judicial. Se le pone fin al Consejo Superior de Judicatura. Fue una institución creada con buenas intenciones, darle autonomía al gobierno de la rama, a su planeación, manejo de presupuesto, concursos para acceder a ella, etc. Se diría que en principio cumplió su propósito, sin embargo, se desacreditó, en primer lugar ante la misma rama, pues en muchos años actuó pretendiendo su propia autonomía, sin entender que su razón de ser era garantizar la autonomía de los jueces que administran justicia;  en segundo lugar ante la sociedad, por la Sala Disciplinaría que se vio envuelta en una serie de escándalos, a causa de la tutela contra sentencias de altas cortes, carrusel de pensiones, etc., que  contaminó a la Sala Administrativa. Se cambia un poco su estructura, se incluyen en su órgano decisorio las demás cortes y se le otorga un órgano de ejecución singular; ojala funcione mejor. Las críticas se escucharon por la nueva composición, muy al estilo del Banco de la República, pero se duelen los jueces que  se les resta autonomía al introducir terceros ajenos a la administración de justicia para su manejo. La discusión, al parecer, costó un buen ministro.

La Sala Disciplinaria desaparece, pero se remplaza por otra de similar composición; quedamos en el mismo punto. Las demás reformas son coyunturales, atendiendo más a criticas mediáticas que pensando en la mejor marcha del Estado y de la administración de justicia.

La verdad es que la Justicia precisa una reforma integral en todos los niveles, con suprimir la puerta giratoria o las facultades electorales de las altas cortes no se solucionan sus problemas. La discusión apenas comienza.