JAVIER A. BARRERA | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Julio de 2012

Legitimidad y Autoridad

 

No debería sorprenderse la gente por los recientes episodios violentos que castigan el Departamento del Cauca. Si por algo deberían preocuparse es por enterarse en el 2012 de un problema que ha afectado la región durante varios años, por no decir décadas.

Sin embargo, de este boom de noticias sobre el conflicto se desprenden varios elementos que es importante tener en cuenta, y que van más allá del lugar común que pide que haya presencia del Ejército en todas las regiones del país para vigilar el orden público.

Contrario a lo que defendía Fals Borda en alguna de sus tesis, creo que el hecho de que una sociedad se haya cuidado a sí misma en ausencia del Estado no le otorga el derecho a rechazar al mismo cuando este logre hacer presencia en su territorio.

Si bien algunos analistas consideran que no debería haber una negociación con las comunidades, considera que esta es relevante si, y sólo si, se parte de que la presencia del Estado, y del Ejército, no es negociable.

Pedir la retirada del Ejército es un despropósito si se tiene en cuenta que una de las variables que influyen en el problema de orden público es el cartel de las Farc. Los indígenas pueden ejercer su derecho legítimo de protesta ante el Estado y este está en la obligación de respetarlos

El problema es que la resistencia indígena puede actuar en contra del Estado, pero pretender desterrar a las Farc del Cauca por medio de manifestaciones es un ideal lejano. Si algo ha demostrado este grupo es el poco respeto que siente por la vida humana, y sospecho que ante una manifestación indígena responderían con violencia y terror.

Los intereses son varios: por una parte están los carteles del narcotráfico que tienen en el Cauca el grueso de sus rutas de salida al Pacífico para el envío de drogas, por otro lado el Departamento vive una explosión en desarrollo de temas de minería.

Así las cosas, entre minería, indígenas, narco-guerrillas y Ejército, el Cauca se convierte en el reto más importante para el Estado colombiano y para el Gobierno del presidente Santos.

Pensar en mediaciones internacionales, zonas desmilitarizadas y demás es una fachada que tan solo entorpece el camino que deberían seguir el Estado y la sociedad de Colombia, en pro de lograr una paz que sea real y no un espejismo como el que se construyó durante el Gobierno de Uribe.

@barrerajavier