Javier A. Barrera | El Nuevo Siglo
Sábado, 3 de Noviembre de 2012

El Doble Filo

 

 “Los ataques a la población civil en realidad revelan el despotismo con el que las Farc trata a los colombianos”

Una de las variables que ha permitido que las Farc engañen a la población rural de Colombia es el desconocimiento, e incluso desinterés, de los colombianos por estar enterados de otros matices de nuestra realidad.

 

Es cierto que el abandono del Estado es el primer pilar sobre el que se puede justificar la existencia de ideologías guerrilleras en el país, pero este es reforzado por la idea absurda -sin contexto- de que los centros urbanos son colonias capitalistas, cuyo único propósito es oprimir a los pobres.

 

El más reciente de las Farc a la población civil revela una nueva cara de dicho grupo armado. Para comenzar, según analistas, el petardo tiene como objetivo permitir que el grupo narcoguerrillero llegue más fuerte a las negociaciones.

 

Sin embargo, lo que los analistas y las Farc ignoran es que la población civil tiene más interés en vivir una vida corriente que en entender las razones de un conflicto que sólo ha servido para atrasar económica y socialmente al país.

 

Así como en el campo pueden existir focos ideológicos que creen que las Farc son una realidad viable, en las ciudades la cosa es a otro precio. No porque no existan posturas de izquierda, ni porque todos sean derechistas obsesionados con explotar “al pueblo”.

 

El problema aquí está en que las Farc se perciben como un grupo de personas obstinadas en inventarse un apoyo popular que justifique la existencia de ellos como empresa criminal.

 

Los ataques a la población civil en realidad revelan el despotismo con el que ese grupo de narcotraficantes trata a los colombianos para, sin quererlo, mover a la sociedad en busca de posturas más radicales. Todo porque en Colombia la gente tiende a casarse con su realidad más inmediata y no acostumbra poner las cosas en contexto, se actúa de acuerdo con el momento y no siempre se ponen sobre la mesa todas las variables.

 

Esa “ingenuidad” rural sobre la que las Farc soportan la mentira de un conflicto que lucra a sus líderes, también es una característica de la sociedad que presiona a los líderes a tomar decisiones. En algunos casos impulsa a la negociación, pero en otros, como está sucediendo en este momento, presionan para que haya posturas más bélicas.

 

Para resumir, mi opinión es la siguiente: si las Farc esperan que atacando la población civil van a ganar legitimidad frente a la sociedad se están equivocando terriblemente. No sólo porque el inmediatismo nacional va a presionar para que el Gobierno tenga una mano más fuerte, sino porque la lucha “guerrillera” existe sólo en las mentiras de los negociadores de dicho grupo armado.

 

Las Farc de hoy son un cartel de droga y punto. El petardo en Pradera, Valle, se parece más a los carros bomba de Escobar y con él nadie quería negociar.

@barrerajavier