JAVIER A. BARRERA | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Agosto de 2011

No pasa nada


“Error asumir que la noticia de hoy no es noticia mañana”


SI  los delfines políticos no fueran primos hermanos de los delfines periodistas, este país sería el paraíso de los comunicadores. Se viven acontecimientos sin frenesí, donde cada día trae una sorpresa más escandalosa e impensable que el anterior.


No hace 10 días la ira del entrenador de la Selección Colombia, descargada en la cara de una mujer fantasma, se apoderó de columnas de opinión, programas radiales y demás. Noticia que a hoy se diluye entre comentarios ex presidenciales frente a las interceptaciones del DAS, la salida de Piedad Córdoba del país y el lanzamiento del disco del vallenatero Pipe Peláez entre otros.
El problema de la sobreoferta de materia prima no radica en falta de mano de obra sino en falta de eco y seguimiento a los fenómenos.


La canción de Héctor Lavoe, Periódico de Ayer, representa a cabalidad el manejo de la información en Colombia. Donde las noticias de ayer entran en la dinámica del olvido sistemático y de la recomposición constante.


Es como si la historia, el pasado sobre el que construimos nuestra sociedad, no fuera materia de discusión ni elemento importante de nuestra realidad. El error es asumir que la noticia de hoy no es noticia mañana.
Por eso vivimos en una sociedad en la que es posible tener las pruebas de un delito, por ejemplo, el audio de una chuzada ilegal, y no tener responsables. Al mejor estilo del fútbol colombiano, todo es toque toque de balón.


La pelota rueda de funcionario en funcionario y el responsable de los hechos nunca recibe el pase directo que lo incrimine como tal. Así como Álvaro Uribe invirtió el tiempo de su audiencia en destacar las cualidades de todos los ex directores del DAS, asimismo la verdad se diluye entre audiencias, conferencias y lágrimas de payasos.


Al final del día, todo en Colombia termina por prescribir. Dilatar es la mejor estrategia para aquellos que buscan comprar su libertad bajo la oscura imposibilidad de demostrarse inocentes.


Lo más triste de todo es que, al final del día, somos los ciudadanos normales los que terminamos alimentando los debates al ritmo del escándalo de moda y con los instrumentos de la desinformación.


Esa compleja red de acusaciones, de culpas delegadas y de responsabilidades sin dolientes, es en realidad un sistema evasor que, a fin de cuentas, permite que surjan personas como Álvaro Uribe. Capaz de vender la idea de haber sido el mejor Presidente de Colombia, haciendo lo mismo que sus antecesores y logrando que nadie se diera cuenta de eso.
Twitter @barrerajavier