JAVIER A. BARRERA B. | El Nuevo Siglo
Viernes, 28 de Diciembre de 2012

Un asunto de policía
ME sorprende que la noticia sobre la golpiza que recibieron unos jóvenes en el CAI del parque el Virrey haya pasado inadvertida. Como siempre sucede la institución promete abrir una investigación exhaustiva.
Más allá de pedir celeridad y precisión, la ciudadanía debería reclamar no sólo porque se aclaren los hechos, deberíamos pedir una revisión exhaustiva sobre los discursos y límites que se enseña a los policías durante sus procesos de preparación.
No puede ser posible que en menos de un año tengamos casos como el inexplicable asesinato del joven grafitero, la agresión a la periodista y ahora la golpiza del CAI. Todos casos en los que más allá del exceso de autoridad hay una superposición de los valores personales sobre los institucionales.
Cualquier sociedad debe tener como alerta máxima el momento en que su fuerza pública permite a sus representantes hacer interpretaciones personales sobre la forma, y los límites, de sus funciones. Abrir ese espacio es permitir que haya una asimetría social en la que todo se regula con la lógica del talión.
Es inadmisible que estos hechos no tengan un rol importante dentro de la agenda pública, y terminen relegados a una noticia sin mayor eco. No se trata de hablar mal de la Policía como institución pero si se trata de recapacitar sobre el poder de un uniforme y la responsabilidad que este exige.
Más allá de infundir temor, o una falta de respeto por las instituciones, los medios deberían hacer uso de estos hechos para articular de forma efectiva todos los engranajes de la sociedad.
Se trata de hacer entender a la ciudadanía el valor que esta tiene para moldear y mejorar las instituciones que velan por todo el aparato social. Revelar que, a pesar de las jerarquías y las libertadas bélicas, el poder entre ciudadanos y Policía o Ejército debe ser 100% simétrico.
Desconfianza de la sociedad por la Policía hace que los ciudadanos se relacionen con la institución desde expectativas negativas. Esto a su vez hace que la Policía sea menos tolerante y más autoritaria, y así sucesivamente.
Mi opinión: ya existe una pérdida de confianza entre las partes y la labor de la Policía no se destaca por la intención de construir una buena relación con la ciudadanía. Desde la negligencia con la que se aborda el robo común, pasando por los retenes donde se busca sobornar y no prevenir, la Policía de hoy parece más enemiga que aliada de la ciudadanía.
@barrerajavier