JAVIER A. BARRERA B. | El Nuevo Siglo
Sábado, 27 de Abril de 2013

El Sr. Héctor Abad

 

Comienzo  por decir que soy un fiel lector de Héector  Abad.  Lo leo sin falta a pesar de que muy rara vez  estoy de acuerdo con él o con lo que propone. No me gusta su tono impositivo, su despotismo “ilustrado” ni su retórica rimbombante. Lo leo porque, contrario a lo que hace él, celebro las diferencias que puedo tener con sus ideas.

De ahí que me sorprenda sobremanera la forma en que arremete contra el pensamiento conservador, no con argumentos ideológicos, sino con una verborrea incendiaria de esa que tanto daño le ha hecho a Colombia.

En un país con una historia como la nuestra, donde las divisiones culturales son tan marcadas, incitar a la violencia con las palabras es un acto de irresponsabilidad que el “grandilocuente” escritor parece no contemplar. Que a los godos los define “la hipocresía”, que predican y no aplican, que “se hacen los que no” y que “prueban de todo, pero al escondido”.

Entendí en esas palabras por qué no me gustan las columnas de Abad, y porqué mi propósito últimamente es leerlo para saber lo que no debo ser. Ligereza intelectual e incapacidad argumentativa, mililitros de tinta que bien habían podido servir para algo más entretenido o constructivo.

Personalmente me declaro conservador, de derecha si quieren, y aun así me siento lejos de la caricaturización que el columnista hace de mi ideología. No porque no tome, ni porque haga o deje de hacer todo lo que Abad cita, sino por la forma en que entiendo el baile entre Estado y ciudadanía.

Está claro que opiniones como la del senador Gerlein no ayudan a la evolución del conservatismo.  Sin embargo, es gracias a opiniones como la del orate Abad, que la ideología conservadora es sancionada y juzgada por deporte, un lugar común igual a todos los que alimentan el fuego de la violencia en Colombia.

La opinión de Abad es tan obtusa y superficial como lo puede ser cualquier estereotipo.  Algo tan irresponsable como decir que él, por paisa, es: traqueto, sicario, torcido, explotador de mujeres, asesino de policías y formador de esa sociedad que parió al peor ser humano que ha visto este país, Pablo Escobar. Nada más lejano a la realidad que dicha afirmación.

Me niego a aceptar que el intelecto humano es incapaz de producir conceptos e ideas de debate que vayan más allá de una pueril caricaturización de la realidad que vomita el teclado de Abad.

En mi opinión: defender la igualdad, algo que supongo quería hacer Abad, criticando y juzgando al otro es un acto inmoral, es una estupidez lógica. Una posición de vanidad y no de realidad. Lamento que los medios hagan eco de ideas tan sectarias y sólo espero no tener el infortunio de  cruzarme con ese señor nunca.

@barrerajavier