¿Cómo mover la locomotora agropecuaria?
La difícil situación que afronta el sector agropecuario y la dimensión de los retos asociados con la puesta en vigor de los TLC hacen indispensable la activación real del crédito y la inversión. Vías expeditas para mover la locomotora y sacarla del camino de la desaceleración que parece seguir. Pero, siendo realistas, estos apoyos no avanzan a nuestro favor. La banca enfiló baterías para restringir la “recalentada” oferta crediticia, llevándose por delante las esperanzas del campo. A diferencia de los pudientes sectores urbanos, la ruralidad nunca les ha sido atractiva.
La coyuntura vuelve a ventilar males estructurales, que perpetúan las brechas ciudad-campo. Mientras en la primera están los clientes “triple A”, que satisfacen las exigencias del sistema financiero -con rentas elevadas y bajos riesgos- al otro lado, la búsqueda de prestatarios se agota. Allí el peligro de la cartera aumenta, las garantías no sirven y la rentabilidad es baja. Esa es la fría lectura que hacen los banqueros. Así se desprende de la última encuesta realizada por el Banco de la República y se ratifica con la negativa de los intermediarios, para colocar créditos a los afectados por la ola invernal, aunque tenían asegurado su margen de ganancia y los recursos eran del Estado.
El crédito de fomento alcanza el 1,2% como proporción del PIB de 2011, en tanto que la cartera comercial asciende al 21%. De este monto, el 64% se concentra en 4 subsectores -industria, comercio, intermediación financiera y construcción- mientras que la participación de todas las actividades agropecuarias no pasa del 3,1%. Lejos del promedio en América Latina que es del 9%. Además, la dinámica al primer trimestre de 2012, muestra que la cartera agropecuaria sólo creció 4,2%, pero en sectores como el constructor aumentó 37%, en comercio el 11%, y en minería el 17%. Asombra la lenta irrigación de recursos hacia el campo, cuando se adelanta la reconstrucción de los sistemas productivos tras el fenómeno de La Niña y se apresta a enfrentar los TLC.
¿Por qué un sector como el agropecuario, que pesa el 6% del PIB y genera el 18% del empleo, sólo recibe el 3% del crédito? Entre tanto, la industria -que participa con el 12% del PIB y crea el 13% de los puestos- usufructúa el 21% de los préstamos ¿Cómo hacer posible la formación bruta de capital fijo y elevar la competitividad y rentabilidad de la locomotora agropecuaria, sin apalancamiento financiero? Recursos no llegan ni por la banca nacional, ni por los inversionistas extranjeros, ni de la mano del Estado.
De los US$ 8.950 millones que han ingresado al país en lo corrido de este año por Inversión Extranjera Directa, el 82% se ha dirigido a petróleo y minería y sólo el 1% ha virado hacia sectores agropecuarios. Pero, además, de los $ 5.3 billones que ha invertido el Gobierno Nacional para solventar los estragos invernales, apenas el 8% se ha destinado para atender a ganaderos y agricultores, los mayores afectados del desastre natural.
Nunca como ahora habían sido tan gravosas las condiciones para la ruralidad, con la resaca del invierno, las deplorables condiciones sociales y de violencia y el escenario de mayores importaciones agroalimentarias. El panorama obliga a buscar alternativas de crédito y facilitar el acceso al mismo. Necesitamos aumentar la dinámica de los programas de financiación derivada de la iniciativa y los recursos de Estado y reformular la política crediticia de la banca comercial. Puntos neurálgicos para incentivar el desarrollo agropecuario.
@jflafaurie
*Presidente Ejecutivo de Fedegan