Sobre videos y cartas
El caso de la viceministra de la Cultura y la Juventud de Costa Rica, Karina Bolaños, es una demostración más de la incoherencia en que incurren a veces los gobernantes por falta de criterio, y delata que en ocasiones, para ellos, los afanes de la política suelen imperar sobre su inclinación a la justicia -que debería presidir todos sus actos- y sobre la defensa de los derechos fundamentales.
La presidenta Laura Chinchilla, con tal de “quedar bien” con quienes se escandalizaron por el video ilícitamente divulgado, adoptó una decisión injusta y prefirió sacrificar a su funcionaria, obligándola a salir del cargo, como si hubiera cometido delito o incurrido en acto de corrupción, o abandonado sus funciones públicas, que respaldarla ante la ostensible vulneración de sus derechos. Entre tanto, otros gobiernos deciden sostener a ministros investigados penalmente o con serios cuestionamientos de orden ético.
A Karina le fue vulnerado su derecho a la intimidad, y fue chantajeada, pero la doble moral prevaleciente la hizo responsable, sin perjuicio de agredirla nuevamente propagando en todos los medios el documento audiovisual que había preparado en el ámbito legítimo de su privacidad.
Por paradoja, es el Pacto de San José de Costa Rica del 22 de noviembre de 1969, cuyo propósito es salvaguardar los Derechos Humanos en los países de América, el Tratado que proclama el mencionado derecho fundamental en los siguientes términos: “Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación”.
Lo que tiene lugar en la esfera de las relaciones puramente íntimas (como es el caso de las eróticas o sexuales) no es ni tiene que ser objeto del dominio público, como en varias ocasiones lo han sostenido la jurisprudencia constitucional y la internacional.
En este caso, además, los escandalizados no se dieron cuenta de la evolución que se ha producido en las formas de comunicación entre las personas en la era de la Internet, los correos electrónicos, la telefonía celular y los adelantos tecnológicos. Porque en realidad, mirado su contenido, no hay mucha diferencia entre el video amoroso de la señora Bolaños y las ardientes cartas de amor que desde el convento escribiera a su amante -el marqués Noel Bouton de Chamilly- Sor Mariana Alcoforado en 1669.