JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO | El Nuevo Siglo
Jueves, 27 de Diciembre de 2012

Feliz año 2013

 

La  Navidad y la celebración del año que termina y el que inicia son siempre fechas muy especiales. La primera no sólo por el manto y la connotación de paz, descanso, familia y alegría que convoca, sino porque representa para millares de cristianos la conmemoración del nacimiento de Niño Dios en Belén de Judá y en el corazón de cada uno de nosotros. Se trata pues de una celebración de amor, de esperanza, de caridad, de entrega, de vida en familia, de oración y de votos por una mejor sociedad, una mejor actitud frente a la vida y mucho de un anhelo profundo por cambiar y mejorar en el tiempo que sigue.

De otro lado, la celebración del año nuevo y del fin del año viejo, representa también un momento de balance, de verificar lo aprendido, lo logrado, lo avanzado, el tiempo perdido, lo no conseguido. Pero asimismo es momento de prever lo que viene adelante, las oportunidades, lo que se va a cambiar, a reforzar, a mejorar, a conseguir. Es momento de balance y de esperanza en un futuro mejor.

En momentos como este nos acordamos también de aquellos seres queridos que alguna vez estuvieron con nosotros y que ya nos han dejado en el camino. Desde este mundo, seguramente les enviamos un abrazo muy especial y les reiteramos que los recordamos con amor y mucho agradecimiento. Sea pues oportunidad para revivir esos muy buenos momentos que vivimos en su compañía, y para expresarles que no nos olvidamos de ellos y que estarán siempre presentes en estas celebraciones navideñas.

Así también el afán de los centros comerciales, de los regalos, de las multitudes, de los trancones, de las comidas, nos quiten mucho tiempo, es momento para recordar que nuestros seres queridos necesitan más presencia de nosotros y no sólo presentes que entregar. La vida en familia se convierte entonces en la mejor expresión de una buena Navidad y un maravilloso fin de año.

Y es finalmente un buen momento para acordarnos de aquellos de los que muy pocos o nadie se acuerda. Me refiero a quienes están viviendo en la soledad, en la pobreza extrema, en la privación de su libertad, en la enfermedad, en las dificultades de la vejez. Es entonces un momento en el que será siempre bienvenida la solidaridad con los más necesitados, un gesto de amor, de compasión, de compañía, de entrega. Aprovechemos la Navidad y el fin de año para ser más generosos con todos los que nos rodean pero en especial con los que más sufren en esta vida. Ese regalo seguramente valdrá para ellos mucho más de los que hemos comprado, pero nos costará mucho menos que la totalidad de los regalos que hemos adquirido.

Por todo lo anterior y por mucho más, les deseo a todos mis lectores un Año Nuevo lleno de tranquilidad, amor y alegría.

jrestrep@gmail.com