JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO | El Nuevo Siglo
Jueves, 31 de Enero de 2013

Inequidad entre generaciones

 

Se ha generado y con razón un debate en nivel nacional sobre la asignación de pensiones que superan los 25 salarios mínimos mensuales. Dichas pensiones llegan más allá de 15 millones de pesos, y generan preocupaciones y mensajes encontrados con los discursos de austeridad fiscal y con la inequitativa realidad de miles de personas para quienes la pensión es un inalcanzable.

Valientemente el magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Pretelt, ha puesto el dedo en la llaga, y ha desnudado no sólo las cuantiosas pensiones, sino además ha llamado la atención sobre manejos dudosos ética y hasta legalmente, en la forma como algunos beneficiados de semejantes pensiones lo hicieron con un paso muy breve en el tiempo por el Congreso de la República o las Altas Cortes de Justicia.

Lo que ha venido conociendo la opinión pública es un debate sobre el tema, en donde los defensores han acudido al argumento jurídico de defensa de los derechos adquiridos. Visto de esa manera es probable que éstos tengan razón, pero es igualmente necesario enfatizar, que los derechos adquiridos no pueden, por lo menos éticamente, pasar por encima de valores universales como la equidad y el simple sentido común. Con todo respeto, es difícil compartir el argumento según el cual los derechos adquiridos justifican que unas 1.000 personas tengan derecho a mega-pensiones, mientras que más de 16 millones de personas no alcancen nunca a pensionarse por ausencia de recursos del Estado.

Parece más sensato pensar que el problema es fiscal y económico, y que plantea una inequidad intergeneracional muy compleja. Lo que presenciamos es una generación de hoy pensionados, que nunca ahorraron lo suficiente (aceptando que esa no era su obligación), pero que se convierten en una carga para el Estado en el momento de su jubilación. En paralelo, una generación de jóvenes, que estando en proceso de ahorro, saben que no se pensionarán con lo suficiente, pero que adicionalmente tendrán que cubrir la ausencia de ahorros de los más viejos y sacrificar su bienestar de hoy y de mañana.

Esto se traduce en una inequidad intergeneracional donde una “generación” vive a costa de otra, y en el caso de las mega-pensiones, no solo vive sino que abusa. El sacrificio se verá más claramente cuando los hoy jóvenes lleguen a viejos y vean que ni tienen pensiones dignas, ni tuvieron el bienestar que el fisco del Gobierno les ha debido proveer en su juventud y madurez, por pagos exagerados a los más viejos.

Llego pues la hora de reclamar nuestros derechos que nunca habremos de adquirir y limitar los derechos adquiridos (bien o mal adquiridos) de quienes inequitativamente reciben más de lo normal. Al fin y al cabo ¿no les parece exagerado recibir a la edad de pensión 25 millones de pesos? ¿Qué hace una persona que recibe a esa edad semejante cantidad de dinero? ¿O no será mas bien una fuente de ahorros para sus sucesores, generando una inequidad aún mayor?

Jrestrep@gmail.com

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