JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 16 de Agosto de 2012

El gran salto

JUAN ÁLVARO CASTELLANOS

 

Luego del alborozo por el desempeño en los Juegos Olímpicos quedó plasmada la semblanza de jóvenes de la sociedad del común que celebran triunfos con esfuerzo propio y relativo respaldo oficial.

Quedó al descubierto cómo han pasado más de cuatro décadas sin política nacional estable para el deporte, luego de la creación de una institución para ese fin.

Se prueba la necesidad de fortalecer formación de juventudes alrededor de todas las disciplinas deportivas, con un plan dirigido por quienes conocen cada una de esas especialidades y tienen capacidad para consolidar la actividad de deportistas y dirigentes.

Un esquema efectivo requiere fomento y capacitación profesional de directores técnicos, preparadores físicos, árbitros, médicos especializados, expertos en logística y gerentes para el deporte.

Todo sin excluir protección social para quienes se dedican de manera profesional al deporte y, que por riesgos propios de la actividad o por edad, se retiran de la parte competitiva.

Que sea lo contrario a casos en que muchas de esas figuras pasan de los podios al olvido y la miseria.

La reestructuración deportiva tendrá que buscarse con un cambio total en conceptos de Educación Nacional, que no pueden desconocer aspectos como asistencia médica y protección social hacia el futuro.

Los modelos deportivos en países desarrollados están inventados hace décadas. Es preferible copiarlos en lugar de improvisar.

El Instituto Colombiano de la Juventud y el Deporte -Coldeportes-, próximo a cumplir 44 años y convertido en 2011, en Departamento Administrativo, tiene bases y estructura para ser plataforma de esa renovación.

Reconocidos deportistas y dirigentes de federaciones y asociaciones nacionales guardan desconfianza frente a un eventual vuelco de verdad.

Los temores giran en torno del manejo de presupuestos y asignaciones financieras. Las experiencias dejan casos de físico robo y falsas inversiones en escenarios.

Quienes han vivido el deporte en los últimos 40 años observan que en cifras actuales se suma en billones de pesos inversiones y partidas absorbidas por distintos delitos.

Después de realizados algunos Juegos Nacionales, los escenarios quedan convertidos en escombros. Las obras derruidas caen a pedazos en Ibagué, Neiva y Villavicencio.

En Arauca, sin ciclismo competitivo, se comenzó un velódromo para luego abandonarlo y alzar con los dineros.

La financiación en países desarrollados la logran, en parte, con un mínimo porcentaje, proveniente de publicidad en estadios, eventos y medios de comunicación, con destino a un fondo de manejo estatal.

Si Colombia va a dar el gran salto, deberá hacerlo lejos de la peste de corrupción y burocracia que contamina al país.