JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 14 de Marzo de 2013

Pagaron el café

 

“Federación debe tener más acción donde está la mata”

 

Quedaron varios interrogantes económicos, laborales y sociales luego del paro cafetero, así como en el esquema administrativo público y privado que reconoce el funcionamiento de asociaciones y federaciones en todos los órdenes de la actividad nacional.

El sector cafetero será siempre bandera económica colombiana y solo es víctima de marginamiento y gradual olvido por parte de quienes piensan que la globalización arrasó con la producción agraria y afirman que en el mundo actual la han descartado con otras tecnologías naciones desarrolladas.

Ese error demencial  lo han propagado -desde hace  más de 10 años- conferencistas económicos y empresariales que rondan,  de país en país, difundiendo como negocio teorías de supuesta modernidad, en eventos organizados por gremios y algunos medios de comunicación colombianos. 

Es claro que los subsidios pueden ser aplicados, al menos en tiempo de crisis, para otros sectores de producción agrícola, más aún, si hacen parte de la oferta exportable del país. 

En el acuerdo de Pereira, el ajuste en precios, subsidios y protección a la producción,  por primera vez se  tuvo en cuenta a medianos y pequeños cultivadores, así como a los recolectores del grano.  

¿Por qué  no se tenía como exigencia primordial la protección laboral y social de los trabajadores en fincas cafeteras, independiente, de si son familias dedicadas al cultivo o de personas que lo hacen por separado? La legislación laboral rige para todos.

 ¿Entonces en los congresos del café hablan del negocio según la  óptica del Gobierno de turno y de los caballeros de la Federación, pero no de los verdaderos cultivadores y trabajadores?

Se comprobó que el diálogo era donde se produce el grano y no en Bogotá. La Federación de Cafeteros debe tener más acción donde está la mata y no en la oficina. No sería despropósito revivir el Banco Cafetero junto a una verdadera revitalización del Banco Agrario, para un país agrario.

Razón tenía Alfonso Palacio Rudas: “Para ser cafetero, hay que aprender a llorar”.

Otra responsabilidad de la Federación de Cafeteros es que funcione como empresa coordinadora y promotora del producto más querido por los colombianos, y no como club de caballeros del siglo pasado.  

No se sabe si hay investigaciones para encontrar alternativas de consumo; deben divulgar cómo están las negociaciones con las tostadoras  junto a los pesos pesados de  grandes marcas de Estados Unidos y Europa. No todo lo puede hacer Juan Valdez.

El acuerdo por 800 mil millones de pesos significará, y así se espera, algo de reactivación económica en el eje cafetero y parte del país. Además pagaron el café que debían de tiempo atrás, a más de medio millón de personas que dependen del grano.