JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Enero de 2014

El  nuevo año plantea  los más grandes retos, en los  últimos 50 años para Colombia frente a las exigencias de hoy en cuanto a  pacificación, economía, desarrollo social, actualización en salud, educación y justicia.

También se probará si es cierto el crecimiento económico de 2013, con  menos desempleo y más industria y agro nacional como prioridades, y si se pasó de los indicadores a la verdad de carne y  hueso.    

Entre tanto, el cuarto intento por la paz centra las miradas frente a todos los armados ilegales, para que sea realidad y el país avance al mundo desarrollado. Propósito lejano, pero no imposible.

De la agenda en La Habana tendrá que salir desarme, liberación total de secuestrados, entrega de menores forzados a las armas por las guerrillas,  eliminación del desplazamiento campesino y erradicación del narcotráfico.

El país quedará abocado a un ideario sin odios, con un punto de partida para construir auténtica democracia, con responsabilidad de Estado, Gobierno, Congreso, instituciones ciudadanas, partidos políticos y empresa privada.

Se aguarda justicia con seriedad, sin espectáculos mediáticos, con reflexión y racionamiento para decidir ante situaciones complejas que traerá el posconflicto.

El Congreso hará parte del rumbo para la paz. No puede convertirse en cuadrilátero de confrontación verbal con la posible llegada de quienes insisten en hacer política con gritos dictatoriales de gobiernos pasados, o solo críticas sin propuestas.  

Las expectativas incluyen posconflicto  lejos de oportunistas que intenten formar asociaciones de supuestas víctimas para buscar prebendas, porque será negocio detrás de la paz.

Tampoco se trata de crear más instituciones estatales y gubernamentales para atender el proceso de pacificación. Mejor reorganizar las que hay.

No anticipar la posible fiesta de la paz, con homenajes patrióticos, ni consagración de héroes. Primero hay que recorrer el camino completo. Aquí siempre se canta victoria antes de tiempo.

Se espera participación ciudadana para cambios políticos, económicos y sociales, sin campaña publicitaria, porque terminarán feriando  dineros estatales, con emoción  y no hechos.

Si la reelección del actual gobierno gana se exigirá liderazgo con urgencia, en reformas de salud, educación y justicia. 

El soporte del posconflicto será economía equilibrada entre inversión extranjera y producción nacional, que reviva la agricultura, el verdadero motor del país.

No se puede descartar ajustes en los TLC para proteger lo nacional, sin pena y  sin miedo. Un país serio marca personalidad.  

La política social deberá pasar de ilusión a realidad a cargo de quienes saben y no de quienes llegan a aprender o a buscar vitrina personal.

Se espera en 2014 el gran vuelco sin mentiras, sin carreta y con manos limpias.