JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 9 de Octubre de 2014

Los tacaños

 

La vida colombiana es tragicomedia reflejada en el estilo de gobernar, hacer leyes, promover educación, cuidar salud, imponer justicia, generar trabajo y  manejar dinero.

Los bancos, motores y combustible de economía en todas las escalas de producción y mercado, son protagonistas de un capítulo que parece de otra otra época. Y algo insólito: son negocios de puerta entreabierta. Gobierno y empresa privada están llamados a promover estándares de equidad y redistribución de riqueza. No perderían plata, al contrario, a agosto  los bancos obtuvieron  $ 4 billones. Ganarían más hacia futuro, si trabajaran de brazo con gente de todos los bolsillos. El marco social no obstruye crecimiento de la economía y sí puede ser el impulso de las locomotoras de la prosperidad, si el objetivo es que la  ciudadanía en general disponga de ingresos y renta. Ese es el enfoque de equidad y justicia, para que la población comparta beneficios de la renta, que gozan grandes capitales e inversiones.

El buen inicio, debe ser bancarización de verdad, con puerta abierta, sin meterle miedo al ahorrador. Con tasas de interés atractivas, respirarían los ahorradores. Habría simpatía por el sistema bancario, tanto como en los pueblos, los parroquianos son buenos amigos del tendero o dueño de supermercado, que les cobra, porque es su negocio, pero no alzan cada rato precios de abarrotes o frutas. Eso no se ve con los banqueros. Más gente iría al sistema financiero, y no a cajas fuertes o debajo del colchón. Obvio que los bancos no están para regalar dinero. Se entiende que están en mercado de oferta y demanda. Otra cosa son los intereses por ahorro, y el alza de cobros por retiro de dinero en cajeros automáticos. Los clientes deberían ser -las estrellas de la banca-  porque llevan la materia prima al negocio financiero.

Si sube el costo del crédito, en la medida que el Banco de la República, ajusta tasas de intervención, bien podría la banca, subir intereses que se pactan por ahorro. Pequeños montos multiplicarían y fortalecerían patrimonialmente el sistema bancario, con solvencia y liquidez, junto con ahorradores contentos, al ver sus depósitos valorizados. La modalidad reflejaría tasas decorosas, mejores que las actuales, pobres, desalentadoras y raquíticas. Dan pena.

En la mente de los colombianos, prevalece el concepto de llamar a la banca,  -tacaños y avaros-, porque se olvidan que manejan dinero del público, a quien quieren solo para cobrarle. No hacerlo afecta más al mercado financiero que a la gente. Por eso, los ahorradores buscan a alguien que pague mejor. 

juanalcas@yahoo.com