Juan Álvaro Castellanos | El Nuevo Siglo
Jueves, 3 de Diciembre de 2015

LA OTRA CARA

Especulan

“El consumidor aguanta todo, y nadie se queja”                      

 

Hace muchas décadas quien no debía a la banca o al comercio era considerado un virtuoso en el manejo de dinero, y quizá, un ejemplo de honestidad y cumplimiento en sus actividades frente a la sociedad. 

 

Ese principio en esta época resulta exagerado, partiendo del concepto basado en que lo grave no es deber, sino por cuánto valor y a quién le debe, todo dependiendo de la capacidad de ingreso de cada persona.

 

En la ciudadanía de ingresos bajos y medios, predomina el criterio de tranquilidad sin deudas, y que lo mejor es pagar cumplidamente.   “Paga lo que debes y sabes lo que tienes”. Eso equivale a mirar los saldos en blanco y negro, para medir cuánto le queda en cuenta de ahorros o en el bolsillo.

 

El comprador de un artículo de precio medio o alto, está sometido por el comercio, al permanente  escrutinio a su capacidad de pago.  Quién no tiene crédito es como si no existiera.

 

La tarjeta crediticia, de cierta forma, vale más que la cédula. Es costumbre absorbida de las prácticas de la economía globalizada, para aumentar consumismo a lo loco con clientes fijos. Lo disimulan cuando preguntan: ¿acumula puntos con nosotros?

 

La incertidumbre para 2016 aumentó al escuchar al ministro de Hacienda y al gerente del Banco de la República revelando el índice de inflación anual y el nivel de la tasa de intermediación financiera, que según dijeron, seguirá hacia arriba en lo que resta de año. La apretada del cinturón significa 20 billones menos, en la renta petrolera.

 

El anuncio oficial fue suficiente para prender especulación en comercio de piso alto, y en modesto local con reja. Alzaron precios en prendas de vestir para mujeres, hombres y niños, alimentos y bebidas, artículos de aseo, cosméticos y comidas en restaurantes de todos los niveles. Consumidores que cuidan el bolsillo, calculan incrementos de 10 y 12 por ciento en mayoría de productos.

 

Supermercados y almacenes populares no digieren la razón de las alzas. Al instante aumentan precios por temor a pérdidas o para aprovechar confusión.

 

La  tasa peso-dólar y el debilitado precio del petróleo llevan  la carga de culpas en el costo de canasta familiar, pero detrás está la viveza de los alcistas.

 

Así diciembre pinta con abundante oferta y especulación festiva. La otra inquietud de los consumidores es que la llave entre - Superintendencia de Industria y Comercio e Invima-, tienen que continuar revisando productos que se ofrecen en empaque grande y contenido pequeño.

 juanalcas@yahoo.com