JUAN CAMILO RESTREPO | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Abril de 2014

La democracia gremial

 

La Corte Constitucional, de vieja data, ha trazado dos pautas para las entidades de carácter privado que manejan, por autorización de la ley, recursos parafiscales, o sea, recursos públicos: deben exhibir niveles óptimos de democracia gremial y mantener niveles de transparencia contable sobresalientes.
Y es lógico que así sea: los fondos parafiscales que son muy comunes en el sector agropecuario (hay dieciocho de ellos), son recursos públicos. Tienen una naturaleza jurídica similar a la de los impuestos, solo que su producido está afecto al bienestar del propio sector que contribuye  a su financiamiento a través de las llamadas contribuciones parafiscales.
Lo anterior se pudiera decir en buen romance de la siguiente manera: si un gremio privado no ha recibido el mandato de la ley de manejar un fondo parafiscal está sometido a parámetros mucho menos estrictos en cuanto a democracia interna y a transparencia que si ha recibido dicho mandato. Y la razón es simple: en el primer caso no administra recursos públicos; en el segundo sí.

Este es el origen de un contencioso que desde hace más de un año mantiene el Ministerio de Agricultura con algunos administradores de fondos parafiscales, muy especialmente con las entidades privadas que manejan el fondo de la carne y de la leche, el del cacao y el hortifrutícola. A los tres fondos se les ha exigido -como correspondía- que cumplan con los parámetros señalados por la Corte Constitucional.
Dos de ellos (el del cacao y el hortifrutícula) han aceptado de buen grado los lineamientos del Ministerio de Agricultura, el otro,  el de la carne y la leche, administrado por Fedegan, se resiste a aceptar lo que más que una orden ministerial es un mandato del máximo juez de constitucionalidad de Colombia.
El asunto debe zanjarse próximamente de manera definitiva. Ojalá sea en bien de la legalidad y del buen manejo de las parafiscalidades en Colombia.
Esta actitud del Ministerio de Agricultura ha sido presentada sinuosamente por Fedegan como un ataque a la gremialidad agropecuaria en Colombia. Nada más alejado de la realidad. La gremialidad es sana y respetable. Y debe preservarse. Pero no es menos cierto que quien, siendo privado, ha recibido del legislador la delicada responsabilidad de administrar un fondo parafiscal, debe entender que este solo hecho le implica manejar dichos recursos con máxima democracia. De tal manera que todos aquellos que pagan la contribución parafiscal tengan al menos el derecho de elegir y ser elegidos en los cuerpos directivos del gremio, y los servicios gremiales deben ser ofrecidos en condiciones de igualdad a todos los que pagan dichas contribuciones.
Estos fondos no pueden ser manejados por  o en provecho de unos pocos. Y su manejo tiene que hacerse con niveles óptimos de transparencia: sin opacidad.
Se trata finalmente de recursos públicos. Así a algunos les resulte incómodo reconocerlo.