Juan Camilo Restrepo | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Noviembre de 2014

GRAN PERSONAJE

El sector solidario

Esta  semana  deliberó en Cartagena la tercera cumbre cooperativa de las Américas. Evento de gran trascendencia, que sirve de marco  para hacer un balance de cuál es el presente y cuál el futuro del sector solidario en Colombia.
Primero, el presente. Poco se habla del sector solidario pero cuando se repasan sus cifras e indicadores uno no puede menos que asombrarse de la importancia que ha venido tomando.
Existen 215.299  entidades dentro del sector solidario distribuidas así: asociaciones agropecuarias y campesinas: 8.962; asociaciones mutuales: 3.033; corporaciones : 72.591; entidades de naturaleza cooperativa: 25.934; fondos de empleados :2.026; fundaciones: 20.318; instituciones auxiliares del cooperativismo: 144; otras organizaciones de carácter solidario: 82.291. Pero su importancia no es solo numérica. Veamos algunos indicadores de su peso económico hoy día. Los ingresos del sector cooperativo: 15.200 millones de dólares anuales; 5,9 millones de asociados; aporte al PIB: 4,9%; el sector solidario genera  más de medio millón de puestos de trabajo: 512.834.
Es, pues, un gigante económico y social que comienza a despertar con gran brío, como una forma intermedia entre las  estructuras capitalistas tradicionales y el trabajo individual aislado. Así quiso definirlo  y apoyarlo por lo demás la Constitución del 91. Pero si hoy es ya importante, el sector solidario está llamado a crecer aún más dinámicamente en los años venideros.
Si  los nuevos modelos de asociatividad económica van a arraigar, si efectivamente queremos para Colombia una estructura menos excluyente y más participativa, ello necesariamente deberá hacerse mediante esquemas propios de la economía solidaria. El campesino aislado, el minero artesanal solo, el prestador de servicios turísticos o de transporte por cuenta propia, el proveedor de alimentos desorganizado y al amparo de intermediarios inclementes, muy difícilmente van a poder organizarse con peso específico en la sociedad del siglo XXI si no  lo hacen alrededor de esquemas de economía solidaria.
Los apoyos del Estado en todos los frentes para generar movilidad social, la distribución eficiente de subsidios a los estamentos que realmente lo necesitan, es prácticamente imposible diseñarlos en torno de la persona o del trabajador individual y aislado: de ahí la importancia de lo solidario como telón de fondo en el diseño de las políticas públicas.

No es mera coincidencia que en el esquema de desarrollo rural integral que ha quedado plasmado en el acuerdo número uno (que ya se negoció) dentro del marco de los diálogos de La Habana, el sector solidario ocupa lugar capital dentro de las visiones allí plasmadas. En efecto, allí se prevé entre otras cosas que como una de las piezas claves del posconflicto se diseñará -y lo que es aún más importante, se financiará- un gran "Plan Nacional de fomento a la economía solidaria y de cooperativismo rural".
El presente, que es mucho más importante de lo que a menudo se repara; y  su futuro, que es mucho más definitivo de lo que a veces se percibe, hacen definitivamente de este sector solidario un gran personaje del hoy y ante todo del mañana de Colombia.