JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Julio de 2014

A enfrentar los buitres

 

Lo que viene ocurriendo con los fondos buitres en EE.UU. refleja por enésima vez la falta de liderazgo  global del presidente Obama y su insolidaridad hacia América Latina. La reciente decisión de una Corte de apelaciones norteamericana amenaza con hacer pedazos los mercados internacionales de deuda soberana cuya dinámica está muy lejos de ser la de mercados de bonos corporativos sujetos a muy bajos descuentos. Porque la deuda soberana lleva implícito alto riesgo.

Además, devaluaciones abruptas y reestructuraciones de deuda no son ocurrencias exóticas cuando los deudores son economías en ajuste o con los lastres típicos del subdesarrollo. Este es el caso de Argentina. No tuvo otra alternativa que devaluar su moneda y suspender pagos sobre su deuda. La tasa de desempleo llegaba a niveles socialmente insostenibles y la austeridad para recobrar el equilibrio fiscal no  hizo otra cosa que agravar la situación.

Se negoció una reestructuración y el crecimiento económico llegó hace poco más de un lustro al 8 por ciento. Todos los agentes de la economía fueron beneficiados pero de manera especial quienes más riesgo e incertidumbre corrían  que eran, obvio, los acreedores. En medio de las turbulencias políticas, técnicos de los ministerios de Relaciones Exteriores y de Economía y Finanzas Públicas idearon el mecanismo de subrogación de deuda antigua por nueva a razón aproximadamente de 28 centavos de dólar más bonos indexados al PIB.

Para el economista Joseph Stiglitz la solución argentina fue trasunto saludable del capítulo 11 (Ley comercial de concordatos de EE.UU.) que sirve para reestructurar deuda corporativa y se ha convertido en modelo global. Deuda se transforma en propiedad accionaria y tenedores de bonos se convierten en accionistas.

Pero entraron en escenario los fondos buitres, defendidos subrepticiamente por el secretario del Tesoro de GWH Bush, Henry Paulson. Estos fondos son entidades que se dedican a comprar deuda incumplida. Son administrados por abogados litigantes, no por expertos financieros o abogados internacionalistas. Algo así como nuestros compradores de cartera vencida que se dedican a la extorsión psicológica y la manipulación judicial de viudas y huérfanos para que les entreguen todo, casa y manutención mínima incluida.

Se trata de verdaderos usureros globales. Estos fondos, adquirentes de poco más de 1 billón de dólares, vienen demandando  al Gobierno argentino en cortes norteamericanas con el propósito de que se obligue a pagárseles 100 por ciento del valor de títulos-valores que se habían renegociado. Se trata de una ilegalidad. Pero además de una falta a la ética. Han recurrido a toda naturaleza de insidias leguleyas, por ejemplo la aplicación de la cláusula contractual pari passu que obliga a que todos los acreedores sean tratados en forma igual. Lo cual significa, para la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito de Nueva York –bien conocida en círculos internacionales por su leguleyismo desvergonzado-, que si Argentina pagó en su totalidad a aquellos agentes que aceptaron la reestructuración (con valores reducidos) también debe pagar la totalidad de lo debido a los fondos buitres.

Uno de estos fondos buitres, NML Capital Limited, que opera desde un paraíso fiscal, Cayman Islands, pagó por deuda argentina 49 millones de dólares en el mercado secundario y ahora exige 832 millones. Constituyó un grupo de cabildeo en el Congreso de EE.UU., pagó 7 millones de dólares a un representante, Conni Mack (republicano, Florida) y ahora exige justicia divina y terrenal contra la perversa Argentina.

Lo grave es que la actual Corte Suprema de EE.UU., foco de politiquería y activismo barato, ha avalado los fallos contra Argentina.  Frente a la reacción débil y tontarrona del presidente Obama, urge acción latinoamericana. ¿Estará en esto la Canciller colombiana?