JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Febrero de 2014

Caudillos y caudillos

 

La   situación que viene presentándose en Venezuela es quizá la más lamentable demostración de lo que termina sucediendo cuando un caudillo concentra todo el poder. Con la muerte de Chávez la revolución bolivariana empezó a tambalear, al punto que aún es necesario que sea el muerto quien cante el himno cuando habla el actual Presidente. La economía mostró los huecos a los que había sido sometida durante una década, la mitad del pueblo que no estuvo de acuerdo con la última elección de Maduro salió a la calle a mostrar su indiferencia. Y el ejecutivo ha mostrado ser absolutamente temeroso y Maduro que no es Chávez, generando una actitud antidemocrática que incluso sorprende cuando viene desde el chavismo.

Pero ya que casualmente el Gobierno vecino termina siendo cercano a la izquierda, de repente el hecho de terminar siendo antidemocrático no es tan grave, porque se enfrenta al imperialismo estadounidense, tal como la Cuba castrista que ahora es un ejemplo para muchos países latinoamericanos. Y la izquierda en nuestro país que siempre ha sido tan juiciosa recordando los atropellos a los derechos humanos en nuestras fronteras permanece como callada, perdida en medio de la misma lógica de la democracia sólo para los que piensen igual a ellos.

Y entonces los estudiantes que salen allá son contratados por los gringos, pero los de acá que están en la MANE, son víctimas. Y las protestas que salen por la séptima que son reprimidas por el Esmad son el ejemplo de un país represor, pero en Venezuela esos mismos grupos armados son los salvadores que se levantan frente al fascismo generalizado. Y esa no es violencia, porque ese es un país de paz, es simplemente la última opción para evitar que caiga la revolución.

Y así la izquierda es buena, aunque haga lo mismo que la derecha cuando sí es mala.  Y la izquierda reivindica a los enemigos que siempre están haciendo complots y a las interpretaciones de la ley que se ajustan al momento y a los muertos por culpa de los fascistas, a los que están equivocados porque la razón es una sola, simple y llana. La que les soporta.

Pero vuelvo al asunto de los caudillos porque eso era lo que nos esperaba si Uribe hubiese llegado por tercera vez a la Presidencia, y lo que pasará con Petro cuando el Concejo de Estado tome su decisión. Al final no importa si de izquierda o de derecha, los caudillos no dejan nada bueno. Lo que pasa es que los muertos siempre terminan callados.

@juandbecerra