JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Julio de 2014

La decisión del mesías

 

Tras  las elecciones parlamentarias, el resultado de las presidenciales y la proximidad del inicio del nuevo período legislativo la pregunta es el paso que habrá de tomar el expresidente Álvaro Uribe cuando tenga que posesionarse como senador de la República. Cuando se supone que tendrá que dejar de ser el hombre super-poderoso que puede hablar de lo que se le antoja y en los términos en los que se él quiera, cuando tendría que convertirse en uno más, a la altura de otros 100, como igual, como Roy y como Armandito. Ni más ni menos.

Y con las últimas decisiones, la condena de Arias y los problemas de Hurtado, Uribe sabe que el sistema judicial aún recuerda las chuzadas y los desplantes, y que tiene rabo de paja, y que tiene a Virginia diciendo mentiras y verdades a medias en Miami, y que Santos se lo está comiendo como figura internacional, y que ya no pudo recuperar la Casa de Nariño. Y debe estar asustado, porque seguro que si da papaya le caen encima, a pesar de la bancada, de Óscar Iván, de los 8 años de gobierno.

Además, Uribe no ha hecho más que ganarse enemigos, ha perdido respeto, se ha convertido en un sujeto incómodo. Pero si no se posesiona va a lograr acabar con el uribismo, que tantos votos unió este año. Porque no tiene figuras fuera de las carnitas y los huesitos Uribe, porque son votos endosados, que habrán de pasar cuenta si Uribe le huye a su responsabilidad. Así que tiene en sus manos el futuro político de su partido, del Centro Democrático, y de su persona, que seguro perderá la influencia que ha logrado mantener.

Y el problema es que Uribe, como siempre, permanece solo. Sólo sus hijos le defienden, aunque tengan menos credibilidad que Petro, y los aún miles de uribistas que le creen sin dudar de sus palabras, aunque cada vez les dejan menos argumentos, aunque cada vez son más rebuscadas las respuestas.

Uribe debe estar en una encrucijada, una de esas profundas que siempre le han atormentado. Debe estar sufriendo el peso de los años, ya no es tan joven como cuando estuvo antes en el Capitolio, debe estar sufriendo el peso del gobierno, que hace rato dejó de tratarlo como niño consentido, debe estar sintiendo el peso de la sed de poder, esa que aún nos tiene dudando sobre su posesión. Sólo es claro que pase lo que pase, Uribe tiene empeñado su futuro a pesar de sí mismo.

@juandbecerra