JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Julio de 2014

Un poco más allá

 

Si  bien es imposible dejar de pensar que el escándalo de los uribistas prófugos es increíblemente complejo para nuestro país, tampoco podemos dejar de lado el problema que significa tener una justicia lenta e inoperante que le quita legitimidad a un sistema que ha sido históricamente menospreciado frente al ejecutivo y el legislativo.

Pensar que hoy aún esperamos alguna decisión frente al caso de Samuel Moreno, la libertad de Andrés Camacho Casado, la platica perdida entre la pirámide financiera de los Nule. Esa es la justicia que no aparece, aquella que da pie para pensar que hay fallos judiciales politizados.

No es un problema que la justicia por fin funcione como en el caso de Andrés Felipe Arias o en la decisión del Tribunal de Cundinamarca de cancelar el pasaporte de Hurtado, es que parece que no funcionase en muchos otros asuntos de nuestra vida política que mereciesen la misma disposición y celeridad.

Los colombianos estamos cansados de la corrupción en todos los niveles, en los amigos de Uribe que han cometido delitos, claro, pero también en los de Santos, y en los de Pastrana, y en todos los que hay de ahí hacia atrás.

Necesitamos es un sistema que no esté enredado en la mitad de los escándalos, en dádivas y beneficios exclusivos para sus líderes. Casualmente nos encontramos que los jueces terminan recibiendo tierras por la interpretación de un articulito, por garantizar falsos derechos que al erario y a los colombianos nos cuestan miles de millones, por cuestionar jurisprudencia que se supone que no debería ser sujeta de revisión alguna. El problema es que hasta ahora nuestros jueces terminan siendo las figuras manipulables del sistema.

Y además los idiotas útiles de otro tipo de figurines, de esos que no permiten que muchas verdades salgan a la luz pública. Esos que no entendieron y reconocieron las necesidades de una forma diferente de pensar y que prefirieron encontrar enemigos en lugar de contradictores. Esos que hoy siguen debiéndonos muchos responsables de muchas atrocidades.

El problema es entonces hoy, como colombianos, pensar que no podemos confiar en la única figura que se supone que debe defendernos de todo, la justicia. El problema es encontrarnos con esas dudas, con las dudas de la lentitud, de la inoperancia para tapar a aquellos que aún no conocemos. El problema no es Uribe, o los uribistas, son los delitos que cometieron. Eso es lo único que debería ser claro para todos los colombianos.

@juandbecerra