JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Octubre de 2012

“Diariamente nos negamos la posibilidad de hacer un país diferente”

 

VAGONES

Víctimas del silencio

Los colombianos vivimos como víctimas del silencio, todos los días. Aún estamos en espera de que los paramilitares hablen y digan algo, que el carrusel de la contratación en la Capital de la República salga a la luz, que los narcos capturados en los últimos años cuenten quién estaba trabajando con ellos. Nosotros vivimos en la zozobra de un silencio que no nos merecemos, que sólo conviene a los delincuentes y sus amigos, y que por lo general sólo recordamos cuando vuelve a ser mencionado en las noticias.

En nuestro país conocemos quién de nuestra farándula criolla sale a la calle y con quién, la fecha de nacimiento del hijo de Shakira con Piqué, hasta el color del vestido que habrá de usar Sofía Vergara. Pero no sabemos nada de lo que realmente determina parte de nuestras actividades diarias, seguimos viviendo políticamente en medio de una niebla de desconocimiento y desconfianza, nos mantenemos aislados de las verdades que diariamente deberían al menos generar una conciencia colombiana.

Ni siquiera sabemos cómo está el Vicepresidente, elegido por los votos de millones de colombianos, o cómo está el alcalde de Cartagena, que se supone es una ciudad representativa del país. Nos excusamos hasta en las incapacidades médicas, en las dificultades de comunicación, en la distancia. De repente dependemos de la disposición de los medios de comunicación que apenas en medio minuto resumen tragedias nacionales, de los pocos columnistas que valientemente intentan abrir los ojos a una sociedad ciega y resignada.

Y mientras tanto las autoridades parecen aliarse para mantener el velo de información. Parece que nadie quisiera decir nada, exponer nada. Parece que les interesara más bien evitar que la información saliera a la luz pública, que se beneficiaran por no mostrar lo que debería ser del dominio público.

Colombia sufre diariamente el silencio de miles de procesos que jamás se han cerrado. Sufrimos el silencio de nuestra historia porque terminamos autocensurándonos de lo que vivimos para evitar saber más de lo que necesitamos. Nos encerramos en la negación de lo que sabemos, nos preocupamos por banalidades para evitar preocuparnos por lo que sucede, nos negamos la posibilidad de hacer un país, quizá no mejor pero al menos diferente.

Quizá para empezar a pensar a Colombia deberíamos dejar de recibir el silencio como una respuesta. Ese sería un buen primer paso para entender y proyectar este país.

@juandbecerra