JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Octubre de 2011

 

Papá Estado
 
La  discusión que viene presentándose sobre las universidades públicas es el simple y llano resultado de un proceso de apropiación errónea del Estado por parte de los estudiantes. Pero no es un fenómeno único de los estudiantes, sino de muchos colombianos que asumen que el deber del Estado es simplemente llenar todos los vacíos que se tienen como personas, es decir, que el Estado se convierta en el papá que suple y listo. En eso resumen el papel del Estado.
El problema radica en la falta de identidad con esa identidad etérea que se supone representada en la Carta Constitucional. Es al final quedarse simplemente en el papel de los derechos por encima de los deberes, es leer la Constitución a conveniencia, sin el apoyo de las leyes que terminan aterrizándola en la realidad de un país que está lejos de comprenderla. Es la falta de responsabilidad de los políticos que prometen y prometen, del sistema educativo que apenas someramente la presenta, de un país perfecto descrito en la Carta Magna en contraposición a una realidad completamente ajena a esos ideales.
Decir que las universidades públicas necesitan más recursos es un argumento de Perogrullo. El problema radica en la definición per sé de hacer parte de una institución como privilegiados en la que el compromiso debe hacerse desde la universidad hacia los estudiantes, pero nunca de ellos hacia el país. 
Creo que no se ha escuchado una propuesta en la que los estudiantes propongan mejorar las calificaciones para buscar un aumento de la carga académica y con ello una mayor rotación en la universidad o por lo menos el compromiso de abrir el espacio para replantear el estudio de la situación socioeconómica de las familias para que las menores matrículas las paguen quienes realmente lo necesitan.
Pero mientras los estudiantes se mantengan en la posición de exigir y exigir sin buscar desde adentro recomponer el sistema universitario será cada vez más difícil que encuentren eco de sus peticiones en la sociedad colombiana. 
Mientras sigamos viendo al Estado como el que tiene que hacer todo para nosotros es muy complicado tratar de priorizar y hacer que esta sociedad sea un poco más justa y equitativa. 
No puede igualmente afirmarse que la reforma es maravillosa, una panacea, pero tampoco que toda ella es mala. De repente sólo hace falta verla con una visión un poco más objetiva. Y de eso, precisamente, es de lo que carecen quienes la critican y protestan tumultuariamente.