JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Enero de 2013

Sobre las redes sociales

 

Sin  lugar a dudas la posibilidad de comunicar casi en tiempo real los pensamientos y las acciones de los gobernantes o políticos es una de las maravillas del mundo moderno. La masificación de los servicios en todos los estratos, las herramientas cada vez más accesibles y los crecientes conocimientos de la población del país, las convierten en mecanismos poderosísimos para generar cercanía con los ciudadanos.

Ahora bien, el manejo de estos espacios no es lo mismo para un ciudadano del común que para una persona con responsabilidad política. Y parece que nuestros padres de la patria no se han dado cuenta.

En nuestro país las redes sociales de nuestros políticos y gobernantes se convirtieron en tribunas polarizantes, además de espacios de comunicación de acciones. De repente replican mensajes de personas afines ideológicamente con ellos para denigrar de los que piensan diferente, o se encierran en espacios que terminan por excluir las opiniones diferentes.

Claro, un ciudadano puede escribir lo que a bien le antoje, pero en el caso de los políticos, los alcances deberían estar limitados. Publicar mensajes en los que se agreden personas, así no sea por boca propia, terminan generando disputas innecesarias, como las que continuamente publican el expresidente Álvaro Uribe o el alcalde Gustavo Petro. Que ellos estén de acuerdo con la voz de un ciudadano cualquiera está bien, pero así como es inapropiado decir cosas en público, igual debería suceder con las redes sociales.

Incluso, los espacios digitales personales deberían ser limitados a situaciones ajenas a la política, para establecer tribunas institucionales que realmente respondan a las actuaciones de los funcionarios. Si Petro utilizó Twitter para su rendición de cuentas, no debería usar la misma cuenta para hablar de los que él como persona, y no como alcalde, piensa.

Creo que lo más importante es realmente definir para qué se están utilizando las redes sociales dentro de la política. Mucha gente habla de comunidades digitales y espacios alternativos de comunicación, pero pocos están pensando en los contenidos o en la relevancia y la pertinencia de la información que se transmite. Eso sin contar con la responsabilidad que se desprende de hacer de una tribuna cualquiera, un conflicto permanente.

Quizá si pensásemos un poco más en lo que significa hacer parte de una red social y de las responsabilidades que de allí se desprenden, podríamos empezar a pensar la política como un pulso de ideas, no de seguidores. Mientras creamos que las ideas propias son las únicas razonables, estaremos condenados a matarnos sin motivos.

@juandbecerra