JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 27 de Enero de 2013

El poder de las especulaciones

 

Quizá  es cierto que son los rumores los que mueven el mundo y le generan una dinámica particular. Pero no es necesario estudiar mucho los discursos de los políticos colombianos para darnos cuenta de que las especulaciones son la principal herramienta que utilizan para hacerse notar o para manipular a la opinión pública. Oposición y gobierno se ensañan en repetir verdades a medias, se esconden en palabras dichas fuera de contexto, se encierran en discursos sectarios que fundamentan en las negaciones de los otros.

El alcalde Gustavo Petro articula sus discursos en torno de unas mafias que reconoce en cada esquina de la ciudad, el expresidente Álvaro Uribe en los terroristas que se van a tomar el poder con las mesas de negociación en Cuba, Santos en la mano negra de los extremos políticos; todos los gobernantes locales en el accionar de las fuerzas al margen de la ley que se encuentran cerca, o en la oposición que preferirían no existiese para poder hacer aquello que les viene en gana. Se inventan discursos, tejen amenazas, se fabrican trabas.

La fama se adquiere apabullando a los contrarios, minimizando sus ideas. Andrés Pastrana lo hizo con los narco-cassettes, lo hizo Uribe con el proceso del Caguán, lo hizo Santos con la corrupción. Tomaron discursos y los acomodaron, los convirtieron en procesos de manipulación del colombiano de a pie, lanzaron rumores para crear verdades.

Nuestro sistema político está fundamentado en el menosprecio por las ideas del otro, no por la formulación de ideas diferenciadoras, o al menos, convenientes para el país.

Suena por lo menos poco probable que el país se arrodille frente a las Farc por cuenta de un proceso que busca dar fin a la solución de un conflicto, que Bogotá y sus millones de habitantes estén todos dominados por mafias que buscan tumbar un alcalde, que de repente todo aquello que hizo Uribe es malo y está plagado de corrupción. De repente las especulaciones se convierten en fenómenos de realidad que compartimos y que terminamos replicando nosotros mismos.

Podría ser importante para el país empezar a creer en los hechos ciertos, en cifras y resultados. Salir de la superficialidad de los discursos, de las palabras que vuelan al viento y se olvidan al final de una emisión televisiva o en un mensaje replicado en las redes sociales. Quizá valga la pena dejar de especular sobre los otros para pensar en lo que podemos hacer, dejando de lado la insensatez de manipularnos hasta a nosotros mismos.

@juandbecerra