JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Viernes, 5 de Abril de 2013

¿La paz a los gritos?

Supongo que en parte ocasionado por las historias inconclusas del pasado, el actual proceso de paz terminó convirtiéndose en una guerra mediática, en la que todos de repente se sienten con la capacidad de descalificar a los otros. Desde que el proceso se dio a conocer, desde innumerables tribunas se han cuestionado los diálogos, pero a la vez, los pronunciamientos se convirtieron en armas políticas con las que quieren terminar aplastando a los otros, con una violencia típica del proceso que disque estamos intentando terminar. Viéndolo por encima, estamos tratando de terminar una guerra a punta de azuzar otra.

El asunto va más allá de apoyar o no apoyar los diálogos actuales. Sin lugar a duda los temores sobre las diferentes consecuencias de la terminación de un conflicto de 50 años son innumerables, al igual que la participación política de aquellos que alguna vez alzaron armas contra el Estado colombiano. Pero una cosa es no estar de acuerdo y otra muy diferente salir a generar terror apalancándose en los caminos abiertos. Parece que algunos olvidan que el terrorismo no es sólo salir a poner bombas o matar personas. Los micrófonos más utilizados también lo son, como bien lo han demostrado nuestros grandes padres de la Patria.

Creo que de nada sirve un proceso de paz si el único camino para expresar nuestros desacuerdos entre aquellos que se supone que estamos del lado bueno de la ley, es salir a ofendernos y atacarnos como si fuésemos enemigos de muerte y no hubiese un camino que siquiera alcanzase para encontrar puntos comunes. Nuestro país es una bomba de tiempo en la que los blancos y los negros terminaron apropiándose de la vida política y social, como en los peores tiempos de la inquisición o el macartismo exacerbado. Parece que se nos olvidó que la política es de debates entre posiciones diferentes.

Si esta situación pudiese llevarse a la vida diaria, sólo podría decirse que nuestra clase política es la expresión malsana del machismo que ha dominado nuestro país, llevado a la arena política. Es esa posición en la que los gallitos de pelea salen a pavonearse para buscar peleas, pasando por encima de todo aquel que puede pensar diferentes, hacer diferente, decir diferente. Ahora queremos dar por terminado un conflicto tratando de demostrar quién grita más fuerte al otro, tratando de tirar a la lona a aquel que está al otro lado. ¡Vaya camino!

@juandbecerra