Kennedy Jr. | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Octubre de 2024

Aunque deliberadamente soslayada, la adhesión de R. Kennedy Jr. a la campaña de Donald Trump podría ser la estocada que consolide la victoria republicana.

Primero, porque, superada ya la euforia del retiro de Biden y la unción de Kamala en la convención Demócrata, no se aprecia en las corrientes de opinión un cambio realmente significativo a su favor.

Segundo, porque ese empate técnico, habitual entre los dos partidos, solo podría ser superado mediante hechos tangibles y no solo por los efectos del mercadeo o los debates por televisión.

En la práctica, esto se refiere a que, de acuerdo con las reglas del sistema electoral norteamericano, el candidato más votado no necesariamente se convierte en Presidente.

De hecho, la contienda de hoy tiende a parecerse cada vez más a la del 2016 cuando, a pesar de haber obtenido varios millones de votos más que Trump, Hillary Clinton perdió la contienda en el Colegio Electoral y aquel ocupó la Casa Blanca. 

De ahí, la enorme importancia de ganar las elecciones en ese puñado de estados cuyos delegados al Colegio garantizarían que semejante fenómeno vuelva a producirse.

Y es, precisamente, en tales estados, donde la adhesión de Kennedy puede marcar la diferencia porque sus adeptos tienden a ser personas independientes, sí, pero no abstencionistas consumados.

Así las cosas, una decisión intelectualmente madura como la del reposado candidato podría canalizar a un elevado porcentaje de sus votantes hacia Trump en vez de que el 5 de noviembre se queden descansando en casa.

Y tercero, porque siendo su familia un icono de la aristocracia Demócrata enraizada, nada menos, que en Massachussetts, el apoyo a Trump resulta doblemente significativo.

No es tan solo un aborrecimiento a la nomenclatura del partido sino una posición basada en ideas sobre las disfunciones estructurales que supone el sistema instaurado por el triángulo Obama - Biden - Soros.

Es por eso que resulta oportuno pensar en lo que hubiese acontecido si, en vez de optar por Trump, Kennedy hubiese adherido a Kamala: la campaña Demócrata habría pregonado de inmediato que su triunfo ya estaba prácticamente asegurado.

En síntesis, la decisión de Kennedy no es tan solo un show publicitario que pueda interpretarse como vacuo o como una simple frivolidad oportunista.

Al basarse en un compromiso institucional motivado por las responsabilidades que Kennedy asumiría dentro del eventual gobierno Trump, la adhesión goza del poderoso estímulo de llegar, durante el próximo cuatrienio, a dilucidar, de una vez por todas, por qué la democracia estadounidense es particularmente proclive al magnicidio.

Y, lo que es más: cuáles son los poderes oscuros que se han encargado de moldearla al tratar de convertir al sistema en una especie de rompecabezas siniestro cuyas piezas solo encajan en función de los atentados fallidos, o el asesinato selectivo.

vicentetorrijos.com