La palabra que identifica la oración del Rosario viene del latín Rosarium y éste del latín Rosaleda (casi Rosa Adela, como se llamaba mi madre, quien vivía pegada a una camándula repasando, con nuestro padre Octavio, uno por uno a sus 14 hijos, 31 nietos y 25 bisnietos). La tradición nació en la orden de San Benito, se consagró por obra de los cartujos y se expandió por acción de los dominicos -padres predicadores- para contrarrestar la herejía cátara, secta cristiana a la que en 1179 el papa Alejandro III tildó de hereje, pues a duras penas creían en Jesús, pero no querían saber nada de María la Virgen, como pasa con los hermanos meramente Cristianos, los Evangélicos y los Testigos de Jehová, quienes hoy, en medio del toque de queda disfrazado de cuarentena, se rasgan las vestiduras sabiendo que todas las familias están dentro de sus casas y ellos no pueden salir a la calle a tocar puertas...
La oración consta de una cadena de Padrenuestros, Avemarías y Glorias, que se reparten en los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos y para llevar la cuenta se utiliza la corona del rosario, rematada en un crucifijo, más conocida como camándula, término usado para materializar a ese rosario con 33 granos -uno por cada año que vivió Jesús- acuñado en honor de su inventor, el padre Miguel de Camaldoli (villa Italiana en Toscana) quien lo diseñó en 1516. Por medio del rosario, dijo Juan Pablo II “los fieles reciben abundantes gracias, como desde las mismas manos de la Madre del Redentor” y mi Papa de cabecera dice que “afecta al que reza de una forma meditativa, en que la repetición tranquiliza el alma y aferrarse a la palabra, sobre todo a la figura de María y a las imágenes de Cristo que pasan ante uno mientras tanto, sosiega y libera el alma y le concede la visión de Dios”.
Y hablando de visiones, ha circulado profusamente un audio en que una monja Sierva de la Caridad, en Armenia -a quien conoce mi hermano Antonio- explica la visión que tuvo el pasado Jueves Santo, en que la Virgen María se le reveló y le expresó que “Jesús está enojado con la humanidad, pero mi corazón inmaculado triunfará” y la remitió a 1917 para hacerle caer en cuenta que lo que está pasando ahora tiene su referente en la aparición a tres pastorcillos de la Virgen en Fátima, a quienes les reveló, además de las tres profecías, que cada vez que se reza un Avemaría es como si se le ofreciera una rosa, en cadena, y le pidió a nuestra monja recomendar a todo el mundo rezar el rosario -con camándula- y a las familias y grupos de oración redoblar esfuerzos y le advirtió que entre julio y octubre ocurrirán cosas -no dijo qué cosas- y en aras de la discusión, de la certeza o incerteza de esta aterradora perspectiva, mejor que nos agarren con los pantalones bien puestos y con la camándula en la mano.
Post-it. Bendita la tecnología, pues gracias a la aplicación Zoom logramos juntarnos en familia para rezar el Santo Rosario desde todas partes del universo.