La sentencia condenatoria de prisión entre nueve y trece años para los líderes catalanes que promocionaron el intento fallido de secesión en octubre del 2017, proferida por el Tribunal Supremo en Madrid, atizó la hoguera, caldeó los ánimos, ha ocasionado disturbios y enfrentamientos fuertes, especialmente en Barcelona. El problema crece y debilita aún más a nivel nacional el gobierno que encabeza el socialista Pedro Sánchez, sin mayoría parlamentaria, asediado por todas partes a pocos días de las elecciones del diez de noviembre en España.
Los organizadores del referendo inconstitucional de hace dos años, con mínima participación ciudadana en las urnas, se lanzaron al vacío, no existen bases para la separación, su equivocación fue grande, las consecuencias políticas y económicas perjudiciales, pero miles de sus seguidores protestan por el fallo. Se hace necesario suscribir un pacto sobre el desacuerdo y aun cuando el presidente afirma que hará cumplir las penas le iría mejor si concediese un indulto, conquistar autoridad para encauzar el conflicto.
Si ello no ocurre, de todas maneras la sentencia dictada por el Tribunal Supremo tiene el recurso de apelación según la Constitución y esta puede llegar inclusive a la Corte de Estrasburgo, es decir que todavía no se encuentra en firme, sin embargo mientras ella se sustenta el desorden y la rebeldía se intensificarán. La independencia de Cataluña parece imposible, un nuevo Estado no sería reconocido por la Unión Europea, la comunidad mundial, los organismos internacionales, le faltan los recursos financieros para la adecuada estructuración institucional, nacería irremediablemente dividido.
El problema existe y también la validez de peticiones respecto de más autonomía son incuestionables, merecen considerarse. Malo para España el zafarrancho en Cataluña, sin profundizar en los pormenores de la crisis esperamos que la monarquía española, la democracia, valores ancestrales, el sentido común, se mantengan, que cese la violencia con la adopción de determinaciones conciliadoras indispensables para conservar la unidad.
La inadecuada política en lugar de acercar distancia, medidas punitivas inoportunas preocupan, de dos sectores que contienden el más sabio debe ceder sin empecinarse en posiciones inamovibles. Resulta ostensible la fragilidad de las colectividades partidistas españolas, al igual que las de la autoridad regional catalana designada después del cese de la anterior administración comprometida con la independencia.
Confusión pulula en cuanto al trabajo policial, en medio de tantas fisuras los extremistas se infiltran, hay quienes mencionan la aparición de grupos neonazis, sigue latente la acción agazapada de Isis que efectuó hace unos meses el atentado en la rambla de Barcelona. Ojalá que las cosas mejoren, España es factor fundamental dentro de la legítima aspiración de configurar el nuevo orden mundial cada vez más lejano.